La verdad no necesita ser defendida, solo necesita ser atrevida”.

Arthur Conan Doyle

Mientras demostraba un procedimiento de asentimiento rápido para algunos civiles VIP en la costa de Hawaii, el submarino nuclear USS Greenville chocó con el Ehime Maru, un barco pesquero japonés. El pequeño bote se hundió, matando a nueve personas.

Una investigación de la Marina descubrió que uno de los errores que condujeron al incidente fue que el técnico de control de incendios (FCT) no advirtió al capitán del Greenville, el comandante Scott Waddle, que la pantalla del sonar mostraba que había un barco en el área. Según un testimonio posterior, «el técnico de control de incendios debería haber escuchado la evaluación de Waddle sobre la situación y haberla cuestionado… claramente debería habérselo dicho a la fuerza al capitán y al oficial de cubierta.

¿Por qué el FCT no habló? De acuerdo con el Capitán de la Armada Conrad Donahue, quien ha estado al mando de dos submarinos nucleares durante su carrera de veintisiete años, “en este barco en particular, y en muchos barcos de la Armada, la tripulación tiene tanta confianza en las habilidades del patrón que no lo cuestionan cuando deberían. El FCT tenía un barco en la pantalla, pero vio al capitán mirando por el periscopio. Probablemente asumió que si el capitán no lo vio… no estaba allí.” Extraído del libro Absolute honesty” de Larry Johnson y Bob Phillips

Según citado libro, este ejemplo ilustra una práctica organizativa que comenzó en la década de los 80, en la que se instauró un estilo de gestión suave y orientado al consenso que condujo al «Síndrome de Kumbaya», llamado así por la vieja canción de ensueño de la fogata, en el que todos intentaban ser amables, cooperar y evitar la confrontación.

Un síndrome demasiado generalizado

Incluso me atrevería a decir que, aunque con alguna excepción, se ha convertido en la norma.

¿Quién dice toda la verdad y nada más que la verdad?

Unas veces por comodidad, otras por evitar confrontaciones y otras por evitar la reacción del jefe, el “Kumbaya”,  se ha instalado en los hábitos (en los malos hábitos) de las organizaciones.

Un estilo de gestión que excluye el pensamiento crítico y que conduce a organizaciones con filosofías de trabajo muy poco deseables en las que predomina la cultura del miedo, la falta de confianza, el liderazgo autoritario, el ambiente de conformismo, etc.

Kumbaya y la transformación digital

En el ámbito de la transformación digital, puede identificarse con la tendencia de algunas organizaciones a adoptar un enfoque simplista centrado en la adopción de nuevas tecnologías digitales, pasando por alto los posibles desafíos y obstáculos que pueden surgir durante este proceso de transformación.

A medida que las empresas se embarcan en su viaje de transformación digital, pueden caer en la trampa (como en muchos casos ocurre) de asumir que la tecnología por sí sola será suficiente para resolver todos sus problemas y desafíos existentes. Es decir, la creencia de que, con la implementación de nuevas tecnologías, todo se solucionará de manera armoniosa.

En la práctica, como venimos compartiendo en el blog, la transformación digital es un proceso que implica mucho más que la mera inversión en tecnología. Requiere una revisión de la estrategia, las operaciones, los procesos y la cultura de la organización. Ignorar estos aspectos y centrarse únicamente en la tecnología llevará irremediablemente a resistencia al cambio, malas experiencias de los clientes y perdida de competitividad en el mercado.

Algunas ideas para evitar el síndrome

Evitar o eliminar el síndrome es posible, pero el primer paso es ser consciente de su potencial presencia en la organización, para a partir de ahí tomar medidas como:

1. Promover el pensamiento crítico

En el mundo empresarial, no se suele fomentar este tipo de pensamiento, bien porque no se ofrece información transparente a la organización, bien por la falta de humildad de sus líderes (a quienes les cuesta escuchar aquello en lo que podrían mejorar).

Sin embargo, el pensamiento crítico tiene claras ventajas para la organización:

  • Enriquecerse con las distintas visiones y trasladar su diferenciación al mercado
  • Atraer talento de valor
  • Rapidez en la solución de problemas 
  • Reducción de la burocracia

2. Fomentar la comunicación abierta

Lo que implica establecer canales de comunicación eficiente, practicar la escucha activa, estimular el intercambio de ideas o promover la retroalimentación constructiva.

3. Eliminar las prácticas sin valor

En este contexto, con “prácticas” me estoy refiriendo a las comunicaciones, reuniones, comités, procesos o normas que actualmente no generan valor a la organización, permaneciendo impasibles al paso del tiempo.

 

Hoy solo buscan un consenso con poco debate, dilatar las decisiones o mantener el statu quo.

¿Qué otras ideas se os ocurren para evitar o eliminar el “síndrome de Mumbaya”?

Para los que tenéis inquietudes musicales os comparto un video con una interpretación del Kumbaya del gran José Carreras.

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6 comentarios de “El síndrome de “Kumbaya” en las organizaciones

  1. Maria Manzano Sanchez dice:

    Recuperar el espíritu crítico, que no es la queja ni el rechazo, sino la duda constructiva, la pregunta desde otra mirada, eso es lo que permite el crecimiento.

  2. Rafa Sánchez dice:

    El sano espíritu crítico si aún no se ha implantado es porque los jefes deben ser sustituidos. Un buen líder siempre desarrolla este espíritu entre los suyos, y si aún no lo ha hecho es casi imposible que lo haga.

    El verano no es el mejor momento para plantearse estas cosas. Dejadlo para Septiembre. Salud y buen descanso productivo.

  3. Manuel López dice:

    Pensamiento crítico, reflexión sobre lo que hacemos y dejamos de hacer, revisar nuestras acciones, pensar porqué nos desviamos de lo planteado, entender porqué los demás perciben las cosas de forma diferente a nosotros, y así un largo etcétera. Como de costumbre, no puedo estar más de acuerdo contigo querido Adolfo.

  4. maria dice:

    Estoy totalmente de acuerdo con el hecho de que muchas organizaciones padecen este mal bien por comodidad, por evitar confrontaciones por evitar la reacción del jefe (miedo?). Se me ocurre que podría ayudar la movilidad interna de las personas entre los equipos para compartir mejoras, buenas prácticas y diferentes formas de hacer las cosas.

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