Nunca confíes en alguien que no tenga nada que perder
Nassin Nicholas Taleb

Jugarse la piel de Nassim Nicholas Taleb, se encuentra entre las lecturas que he utilizado en El valor de la autenticidad.

Un libro que explora cómo la verdadera autenticidad y el compromiso surgen cuando asumimos las consecuencias de nuestras decisiones, un principio que conecta profundamente con los valores que se abordan en mi libro.

Taleb nos invita a reflexionar sobre cómo el verdadero liderazgo y la credibilidad se forjan cuando quienes toman decisiones están genuinamente involucrados en sus resultados, enfrentando tanto los éxitos como las adversidades que estas generan.

Sin pretender convertirlo en el resumen del libro (del que recomiendo su lectura) a continuación, comparto algunas de las ideas que más me han impactado:

Tener algo en juego como requisito ético

Taleb argumenta que las personas deben asumir riesgos personales en las decisiones que afectan a otros. Cuando alguien no tiene “piel en el juego”, sus decisiones tienden a ser irresponsables o explotadoras. Esto es particularmente evidente en líderes, burócratas y expertos que toman decisiones sin sufrir los costos, si algo sale mal.

Asimetrías en las relaciones humanas

Las asimetrías es un concepto que incluso utiliza el autor para subtitular el libro “asimetrías ocultas en la vida cotidiana” y que tiene su base en como las asimetrías de poder, conocimiento y consecuencias crean desequilibrios en la sociedad. Taleb aboga por equilibrar estas asimetrías y aunque nunca será posible eliminarlas completamente, se pueden reducir significativamente diseñando sistemas que obliguen a los actores más poderosos a compartir el riesgo y las consecuencias con aquellos en los que impactan. La clave está en crear incentivos y responsabilidades compartidas.

El coste de la superficialidad

Asimismo, Taleb critica a quienes opinan o actúan sin asumir riesgos reales. 

La superficialidad, en este contexto, se refiere a la falta de implicación real o compromiso por parte de quienes tienen poder o autoridad para influir en otros. Son individuos que:

  • Se benefician del éxito de sus decisiones, pero evitan asumir las pérdidas en caso de fracaso.
  • Ofrecen opiniones sin fundamento práctico, muchas veces desde un lugar de privilegio o seguridad.
  • Operan en sistemas que les protegen de las consecuencias negativas de sus acciones, transfiriendo el coste a otros.

En definitiva, esta superficialidad conduce a decisiones irresponsables, porque elimina el incentivo parar actuar con prudencia y ética.

Taleb propone un principio ético claro: quienes tienen poder o autoridad deben compartir tanto los riesgos como los beneficios de sus decisiones. Esto no solo es justo, sino que fomenta una mayor responsabilidad y autenticidad.

Sabiduría práctica vs teórica

El conocimiento derivado de la experiencia directa es mucho más valioso y confiable que las ideas abstractas que, en muchas ocasiones, carecen de aplicación real. Este concepto se conecta profundamente con la idea de “jugarse la piel”, ya que las personas que operan en el ámbito práctico se enfrentan a las consecuencias de sus decisiones, mientras que los teóricos suelen estar desconectados de los resultados tangibles de sus propuestas y por los tanto de sus consecuencias.

La sabiduría práctica proviene de la experiencia, del ensayo y del error. Surge al enfrentarse directamente a desafíos reales, donde las decisiones tienen un impacto inmediato y medible.

En cambio, los teóricos analizan y explican fenómenos desde un lugar seguro, sin exponerse a las consecuencias de aplicar esas ideas.

No obstante, Taleb no descarta completamente la teoría, pero subraya que su valor radica en cómo puede complementar la experiencia práctica. 

Riesgo y fragilidad en la vida cotidiana

En “Jugarse la piel” se aborda como el riesgo y la fragilidad son componentes inevitables de la vida diaria. Aunque solemos asociar estos conceptos con grandes decisiones, Taleb nos recuerda que están profundamente arraigados en las pequeñas elecciones y en las dinámicas cotidianas (en la salud, en las finanzas, en las relaciones, etc.). Reconocerlos y manejarlos con sabiduría puede marcar la diferencia entre una vida resiliente o una vulnerable.

En este ámbito, la fragilidad se define como la incapacidad de soportar el impacto de eventos negativos. En nuestra vida diaria, somo frágiles cuando no tenemos recursos, estrategias o sistemas para manejar adversidades.

Taleb destaca que eliminar por completo el riesgo no solo es imposible, sino contraproducente, ya que limita el crecimiento y conduce al estancamiento. Sin embargo, ignorar los riesgos puede ser igualmente devastador. La clave está en encontrar un equilibrio que permita asumir riesgos calculados para fomentar el desarrollo, minimizando al mismo tiempo las posibilidades de un fracaso total.

¿Qué opináis? ¿Nos solemos jugar la piel?

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2 comentarios de “Jugarse la piel

  1. Felix Ainsa dice:

    Siendo un poco binario, creo que hay dos tipos de personas. Los LIDERES, en mayúscula, que asumen el resultado de las actuaciones de sus equipos, sea el que sea, éxito o fracaso; esos si se juegan la piel. Y los jefecillos – no se pueden calificar ni de jefes – que se ponen la medalla en los éxitos del equipo y que solo buscan culpables y no soluciones, cuando el resultado no es el esperado. Esos no se juegan la piel; solo “despellejan” a otros.
    El problema es cuando en las organizaciones abundan los segundos. Solo la existencia de los primeros es la que puede hacerlas prosperar.

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