“Ser honesto puede que no te haga muchos amigos, pero siempre te traerá los amigos correctos”
John Lennon
La polémica suscitada a raíz del saludo (o no saludo) de Dani Carvajal a Pedro Sánchez, coincidiendo con el lanzamiento de “El valor de la autenticidad”, me ha hecho reflexionar, no tanto sobre la acción, cada uno es libre de expresar sus sentimientos y opiniones, sino sobre las reacciones que en todos los ámbitos se han producido.
Menciono algunas de ellas a modo de ilustración
- Cadena Ser: «Solo le ha faltado limpiarse la mano»: una experta en protocolo analiza el saludo de Dani Carvajal sin mirar a la cara a Pedro Sánchez y dicta sentencia.
- El Mundo: La número tres del PSOE de Castilla y León llama «fascista» y «zafio» a Carvajal tras su frío saludo a Pedro Sánchez.
- El Español: Carvajal le hace la cobra a Pedro Sánchez: tenso saludo en Moncloa entre el capitán y el presidente.
- Las Provincias: El recado de Reyes Maroto a Carvajal, “No representa los valores de una selección”.
- ok diario: ‘El País’ inicia una ‘investigación’ sobre Dani Carvajal 24 horas después del frío saludo a Sánchez.
- Infobae: El Gobierno lanza una pulla a Carvajal por su ‘no saludo’ a Sánchez: “Es incompatible con los valores del deporte”.
- Huffpost: Lo que ha hecho Carlos Alcaraz tras el saludo de Carvajal a Sánchez (like al video) está trayendo mucha cola.
Abstrayéndolo del contexto político, cuando leo estas reacciones, tengo la sensación de que estamos avanzando peligrosamente y espero que de forma inconsciente hacia un escenario (realmente hacia una sociedad) en la que valores como la autenticidad están perdiendo todo su significado y sin ningún rubor se entienden que hay que pensar de una forma y actuar de otra.
La autenticidad en su esencia implica actuar conforme a nuestras creencias y sentimientos, sin sucumbir a presiones externas para conformarnos a expectativas ajenas. En el caso de Carvajal, independientemente de su gesto, fue percibido como una falta de respecto o una expresión de desacuerdo, es un reflejo de su autenticidad. Y desde esa perspectiva, con independencia de las interpretaciones y las críticas que pueda recibir, me parece una reacción genuina.
Sin embargo, las reacciones masivas y polarizadas muestran una tendencia preocupante hacia la censura social, donde se espera que las personas se comporten de una manera políticamente correcta, incluso si eso significa ir en contra de sus propias convicciones.
Este fenómeno, como desarrollo en “El valor de la autenticidad”, no solo afecta a figuras públicas como Carvajal, sino que se extiende tanto a la sociedad en general, donde cada vez es más común ver cómo las personas sienten la necesidad de ocultar sus verdaderos pensamientos por miedo al juicio o a las represalias, como en el ámbito laboral, donde los empleados muchas veces se ven obligados a reprimir sus opiniones por temor a las consecuencias, y en el empresarial, donde las marcas sacrifican sus valores y autenticidad por beneficios a corto plazo.
Creo que todos estamos de acuerdo en que es esencial reconocer y valorar la autenticidad como un pilar fundamental para una sociedad sana y democrática. La autenticidad fomenta la confianza y la honestidad en nuestras interacciones diarias, lo cual es vital para el desarrollo de relaciones personales y profesionales significativas. En lugar de fomentar una cultura del conformismo, deberíamos promover el respeto por la diversidad de opiniones y la libertad de expresión, siempre dentro del respecto mutuo y la convivencia pacífica.
¿No os parece?
Sin duda, es un buen tema para el debate. ¿Os animo a comentar vuestro punto de vista, situando la autenticidad en el núcleo de la reflexión?
Este señor, admirable deportista, se comportó como el un “auténtico” maleducado con ese gesto a alguien que ha sido elegido democráticamente, después de hacer genuflexiones ante alguien que no…esos no son valores del deporte
José Antonio, gracias por compartir tus reflexiones en el blog.
No veo problema en el gesto, entra dentro de los mínimos exigibles. Si hubiera quitado la mano opinaría lo contrario: la autenticidad no vale como escudo para todo.
Por otro lado veo otro debate que trasciende al tema: Carvajal no da la mano al secretario general del PSOE, se la da al Presidente del Gobierno de España, que, le guste o no, representa a todos los españoles. Hay diferencia.
Iñaki, gracias por compartir tus reflexiones en el blog.
Buen tema para debate, enganchándolo con las reflexiones de tu libro.
El gesto de Carbajal, me imagino que para él tiene sentido, por eso, creo que nada hay que reprocharle, … que yo sepa ningún periodista le ha preguntado su razón, que no sé si la tiene. Desde el punto de vista periodístico y político, no valen opiniones si antes no se ha intentado aclarar lo anterior. Me apuesto doble contra sencillo en que en breve plazo (en unos meses) veremos una investigación de Hacienda y una demonización por «mal español» que elude impuestos y no es solidario con los españoles.
Luismi has abierto otro interesante tema ¿El coste de la autenticidad?.
Creo que los comentarios anteriores son la muestra de la gran polarización que estamos viviendo a todos los niveles, y que mientras no decaiga al menos un poco, no nos ayudará a avanzar.
Efectivamente la autenticidad es un valor a potenciar, pero mientras desde el que está en una posición dominante no se acepte la discrepancia, nos encontraremos con actitudes “defensivas” que puedan llevar a esconder la opinión propia.
Desde este convencimiento puedo entender (aun sin estar de acuerdo) actitudes de “reserva” como las que describes en el ámbito laboral, pero lo que no entiendo ni comparto son actitudes de sacrificar valores por beneficios a corto plazo, ni en lo empresarial ni en lo personal.
Al final, si no hay tolerancia no habrá autenticidad.
Félix, el dilema es ¿Qué estas dispuesto a sacrificar? No te parece.