“La realidad es aquello que, cuando dejas de creer en ello, no desaparece”
Philip K. Dick

En más de una ocasión, me han preguntado en clase, si el entusiasmo actual que está generando la Inteligencia Artificial es similar a la burbuja de las .com y podría desembocar en una crisis de similares características a la ocurrida en los principios de la década de los 2000.

Haciendo un mínimo de memoria nos acordaremos que el optimismo frenético por las acciones relacionadas con Internet condujo a un rápido aumento de las valoraciones a finales de los 90 y a una eventual caída de las valoraciones que llevo a los mercados a tocar fondo, llevando al índice Nasdaq 100, de gran peso tecnológico, a una caída del 82% desde su máximo.

En un interesante artículo publicado en visualcapitalist.com, Jenna Ross explora esta situación a través de tres razones diferenciales, que me he permitido completar con otras dos para el desarrollo de este artículo.

Razones por las que la IA difiere de la burbuja de las “puntocom”

1. Las valoraciones son ahora más bajas

La relación “precio-beneficio a futuro” del Nasdaq 100 es significativamente más baja que en los inicios de los 2000:

  • Marzo 2000 60,1x
  • Noviembre 2023 24,4 x

(fuente CNBC, Barron’s)

Un dato que indica que actualmente los inversores están poniendo más énfasis en los beneficios y que las acciones corren un menor riesgo de estar sobrevaloradas.

Una reflexión que resume Mark Casey, gestor de la cartera de renta variable en Capital Group «En la cúspide de la burbuja de las puntocom, hubo mucha pelusa que implosionó. Esta vez hay menos pelusa, y la mayoría de estos valores bursátiles son inversiones legítimas».  

2. Los inversionistas son más reacios 

Otra diferencia clave entre la era de la burbuja puntocom y el actual entusiasmo por la inteligencia artificial (IA) radica en la actitud de los inversionistas hacia la inversión en renta variable. Durante el pico de la burbuja puntocom, entre 1999 y 2000 se observó un aumento masivo en la confianza de los inversionistas hacia las empresas de tecnología, lo cual se reflejó en un incremento del 76% en los fondos de renta variable. Este periodo estuvo marcado por un optimismo exuberante sobre el potencial de internet, lo que llevó a una avalancha de inversiones en startups tecnológicas, muchas de las cuales carecían de modelos de negocio sólidos o ingresos consistentes.

En cambio, según el Instituto de Sociedades de Inversión, los flujos de fondos de renta variable han sido negativos en 2022 y 2023, lo que indica que los inversores parecen hoy reacios a las acciones, en lugar de excesivamente exuberantes como en la crisis del 2000.

3. Las empresas están más establecidas

Otra diferencia notable entre la burbuja puntocom y la era de la inteligencia artificial (IA) es que actualmente las empresas que operan en el campo de la IA suelen estar más consolidadas. Durante la burbuja puntocom, muchas startups de tecnología contaban con enormes inversiones pese a no tener modelos de negocio probados ni ingresos estables. 

En contraste, el panorama actual de la IA está dominado en gran medida por empresas bien establecidas y financieramente sólidas que han demostrado su capacidad para innovar y generar ingresos de manera sostenible. Esta base más firme reduce el riesgo de inversión y sugiere un crecimiento más estable y a largo plazo en el sector de la IA.

4. La IA es una tecnología transversal

A diferencia de las “puntocom”, que estaban en aquellos momentos limitadas principalmente al ámbito de la información y la comunicación. La inteligencia artificial se caracteriza por ser una tecnología transversal, lo que significa que su aplicación y su impacto se extienden a través de múltiples industrias y sectores, sin limitarse a un ámbito específico. Esta naturaleza transversal permite que la IA sea una fuerza motriz detrás de la innovación y la mejora en una amplia gama de campos, desde la medicina hasta la agricultura, y de la educación al transporte, entre otros.

Ser transversal implica que la IA puede ser integrada en diversos procesos, productos y servicios, mejorando la eficiencia, optimizando operaciones y creando nuevas oportunidades de negocio.

Como vemos en el siguiente gráfico, no cabe duda, que la IA está concentrando una gran atención en los mercados.

5. La IA tiene un impacto económico significativo

Según un informe de PwC, se estima que la IA podría agregar hasta $15.7 billones al PIB mundial para 2030. Esto es más del doble del PIB total de China en 2017.

Además, a diferencia de la burbuja puntocom, que se basó en gran medida en especulaciones y expectativas infladas, el valor de la IA se basa en su capacidad para generar beneficios reales y tangibles que se manifiestan en diversas formas a lo largo de varios sectores económicos. Estos beneficios incluyen la optimización de procesos industriales, la mejora en la precisión de las predicciones en el sector financiero, avances significativos en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades en la salud y un incremento en la eficiencia de los sistemas de transporte y logística. Además, la IA está jugando un papel crucial en la personalización de la experiencia del consumidor, ofreciendo a las empresas una ventaja competitiva única y la capacidad de responder de manera más efectiva a las necesidades y preferencias de sus clientes.

Esta capacidad de la IA para impulsar la innovación y la productividad presenta un contraste marcado con las dinámicas que impulsaron la burbuja puntocom, donde muchas inversiones se realizaron basadas en el potencial percibido más que en resultados demostrables. 

En definitiva, aunque la burbuja puntocom y la IA han generado, cada una en su momento, un gran entusiasmo, existen razones fundamentales que sugieren que la IA tiene un potencial mucho mayor y es mucho más probable que tenga un impacto duradero en nuestra sociedad y economía.

En cualquier caso, es un tema para debate ¿cuál es vuestra opinión?

 

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