“Dadme la serenidad para aceptar lo que no puede cambiarse, el coraje para cambiar lo que debe ser cambiado y la sabiduría para distinguir una cosa de otra”
Reinhold Niebuhr
Estos días ha caído en mis manos un libro muy apropiado para estas fechas “Serenidad” de Alfred Sonnenfeld.
Como en otras ocasiones, a continuación, comparto algunas ideas del libro y su potencial aplicación al mundo de los negocios.
Sonnenfeld define la serenidad como la paz en la adversidad, la calma en la dificultad y nos dice que quien logra serenarse en lo pequeño, adquiere fortaleza para serenarse ante una gran adversidad.
Incluso nos indica algunos pequeños enemigos de la serenidad: un atasco que impide llegar puntual a una reunión de trabajo, una multa de tráfico, un niño que llora por cuarta vez en la misma noche, los preparativos de una boda, un yerno susceptible, un vecino histérico, etc.
Por lo visto, según los estudios neurobiológicos lo importante para la buena salud cerebral no es tanto el conocimiento que hayamos acumulado a lo largo de nuestra vida, sino el afán diario por aprender y asimilar nuevas cosas.
Por lo tanto, la mejor forma de mantener la mente interesada es a través del cambio continuo. El gran axioma es “usa tu cerebro o acabarás perdiéndolo”.
Acerca de las representaciones mentales
Me parece especialmente interesante el capítulo III “Representaciones mentales”, definidas por el autor (doctor en Medicina y en Teología) como las actitudes que se han ido formando como consecuencia de las más diversas experiencias que hemos tenido a lo largo de nuestra vida y que nos han llegado “muy adentro”.
Ciertamente, nos explica, ninguno de nosotros ha nacido provisto de conductas patológicas que lo convierten en un “cenizo”, en un cascarrabias, en un aguafiestas o en un obseso cumplidor del reglamento, pero si repetimos una serie de actos que llevan a esas actitudes, podemos a lo largo de la vida, transformarnos en uno de ellos.
En consecuencia, esa excusa fácil que utilizamos cuando nos mostramos desabridos o pesimistas -es que soy así-, deberíamos sustituirla por la frase -me he hecho así-, al instalarme en la queja y en la amargura.
Equivocarse es humano, por lo que se trata de aceptarnos como somos, con nuestras limitaciones y debilidades, libres de esa angustia que nace de nuestras “representaciones limitadoras”, pero con el deseo de crecer y madurar de acuerdo con nuestras posibilidades.
Una actitud que nunca falla es ver los errores como oportunidades para aprender. Es la capacidad de entusiasmarnos lo que contribuye, de manera decisiva, a que el cerebro desarrolle todo su potencial.
Coherencia
Cuando el pensar, sentir y actuar van de al unísono y las expectativas personales no se convierten en utopías imposibles o desafíos casi inalcanzables, es entonces cuando el cerebro requiere el mínimo consumo de energía.
Así, sigue explicando el médico y teólogo alemán, esta coherencia se edifica en un flujo constante que nos permite reestablecer una y otra vez nuestro orden interior, pero siempre en consonancia con la verdad, sin engaños ni tapujos.
Resulta descorazonador la persona que ha renunciado a la verdad, sobre todo porque ha hecho un pacto con la doblez y con la disociación de su persona.
Quizás la palabra que mejor define lo contrapuesto a la coherencia sea “farsa”, que es aquello que pretende aparentar ser real.
Serenidad y transformación empresarial
En este mundo empresarial en evolución constante, la serenidad se convierte en una aliada imprescindible para el análisis y toma de decisiones, conduciendo a una mayor resiliencia, creatividad y autenticidad.
La serenidad comienza con la capacidad de la organización para gestionar el cambio o recuperarse de adversidades. En la que los desafíos se ven como oportunidades para el crecimiento en lugar de obstáculos insalvables.
La serenidad en los negocios también implica un compromiso con el aprendizaje y la adaptación continuos. Las empresas que promueven la educación continua y la exploración de nuevas habilidades, no solo mantienen a sus equipos comprometidos y mentalmente ágiles, sino que también fomentan un entorno de innovación constante.
En línea con las enseñanzas de Sonnenfeld, modificar las representaciones mentales en el lugar de trabajo es fundamental para una transformación empresarial serena. Lo cual significa cambiar la narrativa de una cultura empresarial centrada en el estrés y la competencia interna, a una que valora el bienestar y la colaboración.
Por su parte, la coherencia entre estrategia y acción reduce la fricción y la tensión innecesaria. Esto implica alinear los valores de la empresa con sus acciones, creando una cultura de autenticidad y transparencia. La coherencia no solo mejora la moral interna, sino que también fortalece la marca ante los clientes y socios.
Una fantástica cita de Rubén Darío para iniciar el 2024:
“No dejes apagar el entusiasmo, virtud tan valiosa como necesaria; trabaja, aspira, tiende siempre hacia la altura”
Gracias Adolfo, es muy acertada esta Oración permíteme hacerla extensiva a otros pequeños detalles que en absoluto contradicen esta máxima de Reinhold, sino más bien la refuerzan, se trata de :
«dame inspiración para lo que debo pensar,
lo que debo decir, cómo debo decirlo
lo que debo callar, cómo debo actuar
lo que debo hacer, cómo debo hacerlo
dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facultar para aprender,
sutiliza para interpretar
gracia y eficacia para hablar.
dame acierto al empezar , dirección al progresar y perfección al acabar»
ahí es nada….vamos que la lotería de Navidad se quedaría corta si en cada actuación tuviéramos presente todo lo anterior. Un abrazo y feliz navidad también.
Magnifica ampliación Jesús.
Mis mejores deseos para el 2024.
Fuerte abrazo.