“Si no cambiamos urgentemente nuestro modo de vida, ponemos en peligro la vida misma”

Antonio Guterres, Secretario general de la ONU

Siempre he tenido la sensación de tener delante un desafío en el que a todos los niveles: individual (me incluyo en primera persona), empresarial, social y político, estamos siendo excesivamente tibios, incluso me atrevería a decir, desesperantemente tibios para lo que nos estamos jugando.

Entre mi lectura planificada para este verano se encontraba “Como evitar un desastre climático” de Bill Gates, que no ha hecho más que confirmar mis temores.

Seguramente por motivos obvios, no sea el trabajo más riguroso desde el punto de vista científico, pero creo que a nivel divulgativo cumple perfectamente con su objetivo de intentar sensibilizarnos sobre el momento histórico en el que nos encontramos.

El problema y la solución aparecen claramente definidos en el trabajo de Gates: “para frenar el calentamiento y prevenir los peores efectos del cambio climático, los humanos debemos dejar de emitir gases de efecto invernadero a la atmósfera”.

Optimista por naturaleza, en esta ocasión tengo mis serias dudas que vayamos a hacer las cosas bien y a la velocidad requerida ¿Por qué? Porque prácticamente todas nuestras actividades actuales conllevan la liberación de este tipo de gases. Por lo que la totalidad de los países, empresas y ciudadanos tendríamos que modificar muchos de nuestros hábitos y estrategias.

Parece evidente, que proteger nuestro planeta es la transformación económica y social más importante de nuestra historia y, también, parece claro que el ritmo no es el adecuado y las acciones no tienen la suficiente contundencia.

Podríamos decir, evocando alguna conocida expresión, que estamos ante la “transformación de todas las transformaciones” ¿Falta de optimismo? Ojalá.

Como decía, mi falta de optimismo, ojalá esté equivocado, viene determinado por las premisas necesarias para el éxito de este reto:

  • Colaboración y coordinación de todos los países y organizaciones relevantes.
  • Transformación radical de muchas industrias, con el descomunal impacto económico y social que representaría.
  • Reasignación de las inversiones hacia negocios sostenibles.
  • Reconversión de los lobbies.
  • Sensibilización individual, vemos nuestra contribución como una gota de agua que cae en un inmenso desierto, lo cual nos lleva a la apatía y por lo tanto a la inacción.

Sin entrar en detalle de los planes e iniciativas lanzadas a bombo y platillo y de los mensajes de toda la clase política, la realidad, si hacemos una mínima reflexión, es que es un tema que está lejos de tenerlo en nuestras prioridades.

“Muchas buenas palabras (y seguro que intenciones), pero poca … muy poca acción”. Planes que se sitúan a años vista 2030 / 2050, para tener la conciencia tranquila, pero con escaso compromiso, seguimiento y, lo que es más importante, nulas medidas para solucionar desviaciones de los mismos.

Como dice Gary Hamel “Las estructuras de poder tradicionales de arriba hacia abajo y las burocracias que las mantienen en su lugar son inadecuadas frente a amenazas y desafíos que evolucionan rápidamente” y esto es aplicable tanto a nivel político como empresarial.

Por lo tanto, la necesidad de una transformación parece evidente. Problema: los que tienen que impulsar la transformación, tanto a nivel empresarial como político, pueden ser (había puesto serían, pero lo he dulcificado) los primeros “transformados”.

La magnifica viñeta de Miki y Duarte publicada en el Diario de Sevilla, refleja con un toque de humor la situación que se está produciendo.

sostenibilidad objetivo

Volviendo al desafío que tenemos por delante el co-fundador de Microsoft comparte tres conclusiones a las que ha llegado:

  • Para evitar un desastre climático, tenemos que alcanzar las cero emisiones.
  • Debemos aplicar las herramientas de las que ya disponemos como las energías solar y eólica, de manera más rápida e inteligente.
  • Debemos crear y comercializar tecnologías de vanguardia que nos ayuden a logar nuestro objetivo

Por su impacto y actitud en la línea adecuada (todos esperamos que sea mucho más que marketing) quiero compartiros otra lectura veraniega relacionada con este tema: la carta anual a CEOs de Larry Fink (CEO de BlackRock), en la que considera tres ámbitos:

  • El riesgo climático es (también) un riesgo de inversión, en el futuro cercano -y más pronto que lo que muchos anticipan- habrá una importante reasignación de capital.
  • Mayor transparencia para los accionistas y para los clientes, porque una compañía no alcanzará sus ingresos a largo plazo sin haber adoptado su propósito.
  • Capitalismo transparente y responsable.

No nos equivoquemos, no se trata de hacer una transformación sostenible (que también), la sostenibilidad es la gran transformación.

La sostenibilidad está en todas las grandes agendas (políticas, sociales y empresariales) esperemos que cada vez con mayor protagonismo real y parece que también lo más inteligente es incorporarlo (en caso de no estarlo) en nuestras prioridades tanto a nivel personal como profesional.

Con estas casi 1.000 palabras mi objetivo no es otro que compartir una inquietud que seguro muchos tenéis en la cabeza ¿os animo a compartir vuestras ideas al respecto y debatir sobre sobre el tema?

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3 comentarios de “La sostenibilidad es la gran transformación y vamos lentos … muy lentos

  1. antonio prieto dice:

    Efectivamente es una inquietud que algunos tenemos, pero me temo que no la mayoría de la población mundial. Este es el tema más global de todos. La toma de conciencia, suponiendo que se haga un esfuerzo brutal de empresas y gobiernos, es posible. Otra cosa es que estando de acuerdo y con la mejor voluntad, con empresas transparentes y acceso a información veraz, podamos pasar a la acción para revertir la tendencia. El 90% de la población se reparte solo el 10% de la riqueza, y con esa renta tiene otras prioridades en la cabeza; comprar productos baratos chinos, (país que fabrica objetos y ropa con plásticos y contamina lo que quiere), comer hamburguesas baratas ( USA país que contamina lo que quiere), no poder acceder energía verde ni a vehículos eléctricos, y un largo etc. En realidad ya son los que menos contaminan per capita. Bill, decir cual es la solución, sin dar soluciones es muy fácil. El desafío es asumir que en este planeta de 8 mil millones de personas, el acceso a ser coherente con la evidencia y la lógica es un bien muy restringido.

    • Adolfo Ramirez dice:

      Antonio, muchas gracias por participar en el blog y suscribo al 100% tus comentarios, por cierto hace tiempo que no ponemos al día ideas y reflexiones. Tenemos que solucionarlo.

  2. Luis Miguel Inglés dice:

    Lo que realmente hará bajar el precio del Mw de luz sería moderar el consumo voluntariamente y los gobiernos deberían emplear sus esfuerzos en concienciar a su población para que lo haga, sin embargo los esfuerzos gubernamentales es tomar medidas para abaratar el coste, bajando impuestos o con propuestas mucho más populistas que no van a conseguir reducir el precio del Mw, o sea para que consumamos lo mismo.

    Ningún gobernante le va a poner “el cascabel al gato”, tenemos que ir por la vía de la concienciación avanzando (y más deprisa), por eso, aunque no lo he leído, bienvenido el libro de Gates y post como este.

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