“No caminéis con la cabeza baja; es necesario levantar los ojos para ver el camino”

Félicité Robert Lamennais

Inspirado en un artículo de Mckinsey y en mi propia experiencia, os comparto algunas trampas y sus antídotos que se identifican en los procesos de transformación de las organizaciones.

Exceso de cautela
Un gran número de ejecutivos analizan sus programas o ciclos de transformación pasados y se lamentan por no haber arriesgado un poco más.

Como muy bien explica el artículo “En el contexto actual, realizar cambios incrementales es como ponerse a acomodar sillas en la cubierta del Titanic”.

Lo curioso, en muchas ocasiones, es que este exceso de cautela no se produce en la estrategia sino en el proceso de ejecución. ¡Todo es muy bonito en el papel, pero pasar a la acción es otro tema!

Miedo a lo desconocido
Por razones obvias es uno de los elementos típicos de la resistencia al cambio en las organizaciones. ¿Cómo me impactará en mi situación actual? ¿Implicará un cambio en mi statu? ¿Afectará a mi carrera? ¿Y a mi remuneración?, son preguntas que todos nos hemos hecho en alguna ocasión.

Eliminar la incertidumbre mediante una explicación y comunicación clara, es el único camino para disipar dudas y conseguir la colaboración de los equipos en los procesos de cambio.

Como hemos comentado en distintas ocasiones, no es suficiente con “decir”, la clave está en asegurarse que el cambio es entendido y en consecuencia, adoptado por todos los profesionales de la organización.

Falta de enfoque
¿Diriges con una estrategia o diriges por iniciativas?

Muchas compañías han adoptado la postura de alentar la experimentación como uno de sus principios, lo cual seguro que genera entusiasmo y promueve el aprendizaje, pero puede volverse en contra si no está encuadrado en la estrategia.

¡Porque no se trata de ser modernos sino competitivos!

Hoy las posibilidades de despistarnos son enormes, porque a todos nos gusta experimentar y ver las bondades que nos “venden” las marcas de las distintas tecnologías exponenciales, y sin duda, hay que hacerlo, pero en su momento y de las que resulten convenientes para nuestro negocio.

La clave está en entender el contexto, evolucionar la estrategia y poner foco en las iniciativas correctas y alineadas con ésta.

Agotamiento de los recursos
Los ciclos de cambio largos y sin entregas a corto, generan el lógico cansancio en la organización, que ve como las mejoras anunciadas no terminan de llegar.
Introducir una dinámica de “quick win” (éxitos rápidos), está generando buenos resultados en las organizaciones que lo están implantando.

Algunos de estos “éxitos” aparecen en el desarrollo de los proyectos, pero la mejor práctica, es invertir tiempo en identificarlos en el proceso de construcción del Plan.

La transformación lleva su tiempo, realmente podríamos decir, que hemos entrado en un proceso de transformación continua, que exige ir planteándola en distintos ciclos con sus correspondientes objetivos.

Falta de talento
Es un error habitual lanzarse al proceso de transformación digital, subestimando el tiempo necesario para desarrollar las competencias necesarias.

¡Tenemos un potente programa de desarrollo digital! Es un clásico de la Dirección General.

Y sin duda será necesario, pero no suficiente.

Las organizaciones líderes en transformación desarrollan su mapa de competencias y definen un plan para cubrir el potencial gap con su situación actual.

La cobertura de estas necesidades se está articulando en tres vías:

▪ Cobertura con personal interno, previo programa de reskilling y formación
▪ Contratación talento en el mercado
▪ Subcontratación de los servicios

Por su extensión, he divido el post en dos partes. La semana que viene publicaré la segunda, con otras cinco trampas identificadas en los procesos de transformación de las organizaciones.

Para el artículo de la próxima semana, os pido vuestra colaboración realizando la encuesta que acompaña este post.

No os llevará ni un minuto.

Se trata de, entre todos, construir un ranking de las trampas que mayor impacto están teniendo en el proceso de transformación de las empresas e instituciones.

Los resultados los publicaremos en el próximo post.

Muchas gracias por vuestra colaboración


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2 comentarios de “Eliminando las trampas de la transformación digital /1

  1. Carlos Muñoz dice:

    Muy buenas tardes, noches o días, Adolfo y participes, me decido a juntar unas letras con el propósito de inquirirme sobre el tema propuesto, así que paso a exponerlas con el permiso de todos.

    Partamos del aforismo presentado, Lamennais al parecer, y al menos en su primera etapa, fue uno de los representantes más destacados del ultramontanismo, esto me sugiere concebir las cosas de la fe por encima de las terrenales ordenadas por el hombre, así que tomemos este principio como iniciático a fin de sortear aquellos males o “trampas” que nos acechan en la que se ha dado en llamar transformación digital, así de momento caminemos cavilando en actitud reflexiva, es decir con la cabeza baja y sin mirar el camino, no por nada, simplemente porque aquel que podemos vislumbrar a primera vista, normalmente estará influenciado por nuestra manera de pensar y de sentir, y para el fin comprometido, desprenderse de tales bagajes nos hará vencer los siempre emergentes prejuicios iniciales. Así tracemos un nuevo camino, levantemos la cabeza, y emprendamos bajo la nueva fe propuesta con valentía y decisión, la marcha hacia el objetivo señalado.

    Y ahora pasemos a un escenario más terrenal. La mayoría de las trampas en los procesos de digitalización en general se pueden identificar en el conjunto de las presentadas, pero formando un peligroso coupage en diversas dosis según: empresa, sector, circunstancias, cultura, y de sus órganos de gestión y dirección. Mover de forma positiva todo este conjunto hacia un nuevo fin, normalmente sino desconocido al menos percibido con recelo personal, es tarea ardua, y que no convencerá a todo el mundo. Así pues los antídotos no deberán de ser diseñados contra la identificación de las causas como elementos individuales, sino frente al conjunto resultante de las mismas, que necesitará en cada caso una pócima ad hoc.

    Demos principio a nuestro propósito, seleccionando un corazón de personas competentes, comprometidas, decididas a caminar con la cabeza alta y con la suficiente fe inicial en el fin propuesto, esto nos exigirá el primer sacrificio, no contar con aquellas identificadas como perturbadoras y con falta de fe en el proyecto, y esto con independencia de su rango y ascendencia y a riesgo de cisma interno.

    Desproveámoslas de sus funciones, en todo o en parte, porque no existirá más mal para el fin, que el de la rutina de su trabajo, y preparémoslas psicológicamente para que entiendan su nuevo rol en el conjunto, y su recompensa emocional y profesional en el papel a desempeñar.

    Tracemos el camino en base al origen y al fin, atravesando diversas metas volantes. Reclutemos una ayuda externa que sirva de faro en las noches oscuras, diseñemos las acciones que nos conecten con la empresa y con el mercado, reclutemos internamente al apostolado, y emprendamos el camino hacia la primera meta volante, eso sí…, como se decía en el preámbulo propuesto, “…levantando los ojos para ver el camino”.

    Gracias por llegar hasta aquí.

    • Adolfo Ramirez dice:

      Carlos, una vez más muchas gracias por tu participación en el blog y, como muy bien dices «… levantemos los ojos para ver el camino».

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