“Si uno no lo ha dado todo, no ha dado nada”
Guynemer
Sin duda estamos viviendo momentos de gran importancia para el futuro, en los que todos tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos sin escatimar esfuerzos para superar esta crisis y seguir evolucionando como personas y como sociedad.
Prácticamente a cada instante, y en todos los niveles, individual, social, empresarial, nos estamos enfrentando a situaciones desconocidas en las que la única forma de abordarlas es con una gran dosis de optimismo y proactividad. Como decía Winston Churchill “Soy optimista. No parece que merezca la pena ser otra cosa”.
Es verdad, es fácil decirlo, pero la realidad, es que no hay alternativa, es el único camino.
Son momentos en los que la colaboración es más necesaria que nunca, pero también lo son para no esperar a que otros nos den la solución a nuestros problemas o tomen decisiones por nosotros.
Seguro que los políticos, las administraciones, las empresas, los jefes, pueden hacer más, en muchos casos mucho más de lo que hacen para facilitarnos la vida, pero la única forma que conozco para que esto ocurra, es pasar a la acción y no esperar a las soluciones de terceros que, si tienen que venir, vendrán.
Otra frase, ésta de Peter Drucker “La mejor forma de predecir el futuro es crearlo”.
No dejarse nada en el tintero en la transformación de la empresa
En el ámbito de los negocios, en el que se desarrolla este blog, el nuevo curso viene cargado de incertidumbre, pero también de oportunidades.
El pasado viernes, en mi primera clase presencial (ya tenía ganas) en una Escuela de Negocios desde el pasado marzo 2020, (lógicamente con todas las medidas de seguridad sanitarias) con directivos de distintas empresas, se vio claramente (si no lo estaba suficientemente) la necesidad de acelerar la transformación en las organizaciones.
Una transformación necesaria desde hace años, y que hoy se ha convertido en un imperativo para no desaparecer.
No obstante, aunque la estrategia de cambio parece evidente, muchos planteamientos de transformación no lo son, y siguen definiéndose y desarrollando procesos con graves errores (ya conocidos) que ponen en riesgo la estrategia, y por lo tanto, el futuro de la compañía.
He rescatado un estudio del Center for Corporate Change Univer, en el que podemos ver cuales son las causas por las que fracasan los cambios en las organizaciones.
Liderazgo, resistencia de los empleados y cultura son los factores de atención.
La cuestión es ¿Cuánto tiempo le vamos a dedicar en este nuevo curso a la gestión del cambio y solucionarlos?
Está muy bien invertir en tecnología, es imprescindible, pero como venimos comentando, la tecnología es un facilitador del cambio, no es el cambio.
En transformación, no dejarse nada en el tintero, con independencia del tamaño de la empresa (insisto en la aplicabilidad a las pequeñas empresas) significa:
- Tener la actitud de querer evolucionar y situar la compañía en otra dimensión.
- Preocuparse en entender la nueva realidad (cambio en el comportamiento de los consumidores, oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías, movimientos de la competencia…).
- Cuestionarse la estrategia actual y definir una nueva estrategia.
- Definir y planificar el Plan de Transformación (desarrollado en Digitalízate o desaparece) que te llevará a donde quieres estar como empresa.
- Concebir la transformación como integral (no solo tecnología) y afrontar la evolución de todas las dimensiones clave de la compañía (cultura, oferta de valor, modelo organizativo, desarrollo del talento, tecnología, procesos e innovación).
- Ejecutar con rigor tomando con contundencia las decisiones necesarias para acabar con el statu quo.
- Medir el impacto de los cambios y mejorar sistemáticamente el proceso.
No dejarse nada en el tintero en el desarrollo profesional
El inicio del curso es un momento ideal, todos lo utilizamos, para cuestionarnos y replantearnos nuestra estrategia incorporando nuevos retos.
La pandemia por covid-19 ha planteado grandes desafíos en distintos ámbitos y nos ha obligado a adaptarnos -sin opción- a nuevos requerimientos.
Por lo tanto, el contexto ha cambiado, y nos lleva sin remedio a salir de nuestra zona de confort y plantearnos nuevos desafíos.
En muchos ámbitos, el perfil requerido por las empresas ha cambiado, por ejemplo, en el área de ventas, según un estudio de Linkedin “las aptitudes más apreciadas por las compañías son las habilidades relacionadas con la resolución de problemas, confianza, creatividad, comunicación oral y, por supuesto, la competencia tecnológica”.
“Para pilotar la transición hacia la creación de relaciones por medios virtuales, será fundamental que las organizaciones cierren esta brecha y faciliten el acceso hacia la tecnología más útil”, destaca LinkedIn.
Como vemos, más allá de los típicos objetivos de otros años, en este otoño del 2020, una de las prioridades de nuestro propósito debería ser, generarnos una dinámica de aprendizaje continuo que nos permitiera, si es preciso, ponernos al día y posteriormente mantenernos actualizados y “competitivos” para afrontar los retos de una nueva realidad, que sinceramente pienso, van mucho más allá de los cambios originados por la pandemia.
¡Hagamos cada uno nuestra check list y no nos dejemos nada en el tintero!
Os animo a compartir vuestras ideas
Buen curso.