“No son las máquinas las que nos harán más inteligentes; es nuestra capacidad de aplicar la tecnología de manera ética y humana”
Ginni Rometty

La revista Capital me solicitó un artículo sobre la inteligencia artificial y la autenticidad en la empresa, un tema de plena actualidad, que seguramente está generando más de un quebradero de cabeza en muchas organizaciones.

Os animo a su lectura. A continuación, os comparto algunas de las ideas desarrolladas en el mismo.

No cabe duda, que en el vertiginoso avance de la tecnología, la inteligencia artificial ha emergido como uno de los elementos más transformadores que está redefiniendo la manera en la que operan las empresas y se conectan con sus clientes.

IA y autenticidad en las organizaciones

En mi opinión, uno de los debates más interesantes en este contexto es cómo la IA va a impactar en la autenticidad de las organizaciones y, lo que es más importante, como puede ser utilizada para protegerla y potenciarla.

La autenticidad, como explicamos en “El valor de la autenticidad”, es un valor cada vez más apreciado en el mundo empresarial. Los consumidores buscan conexiones genuinas con las marcas, valoran la transparencia y esperan interacciones que reflejen valores auténticos.

La IA con su capacidad para analizar datos a gran escala y personalizar experiencias, puede ser una aliada poderosa en esta búsqueda de autenticidad.

Además, la IA puede ayudar a las empresas a mantener la coherencia y autenticidad en su comunicación. Los chatbots y asistentes virtuales impulsados por IA pueden interactuar con los clientes en tiempo real, ofreciendo respuestas consistentes y alineadas con la voz y los valores de la marca. Esto no solo mejora la eficiencia, sino que también garantiza que cada interacción refuerce la identidad de la marca, construyendo una relación más sólida con el cliente.

Riesgos de la IA

Sin embargo, el uso de la IA también conlleva riesgos significativos que pueden comprometer la autenticidad si no se gestionan adecuadamente. Uno de los mayores desafíos es el peligro de la deshumanización.

La dependencia excesiva de la IA puede llevar a interacciones que, aunque eficientes, carezcan del toque humano que es esencial para una verdadera conexión emocional.

Los clientes pueden percibir estas interacciones como frías e impersonales, lo que podría erosionar la experiencia, la confianza y la lealtad a la marca.

Otro riesgo evidente de la IA es el sesgo en sus algoritmos, que puede llevar a decisiones injustas si los datos utilizados no son representativos. Esto puede afectar la reputación de la empresa y excluir a ciertos grupos. La transparencia y la mitigación de sesgos son esenciales para garantizar autenticidad y equidad.

Indiscutiblemente, la IA puede encargarse de tareas repetitivas y administrativas liberando a los empleados para que desarrollen tareas más complejas, pero la información de los procesos y la enseñanza deben ser gestionadas cuidadosamente para asegurar que los profesionales mantienen un control consciente sobre las decisiones estratégicas, fomentando así un equilibrio entre automatización y conocimiento humano.

IA, autenticidad y talento

En este contexto empresarial que venimos abordando, otro ámbito en el que IA y autenticidad se convierten en dos elementos inseparables es la gestión de las personas, en el que la IA no solo puede optimizar los procesos de selección, capacitación y desarrollo profesional, sino hacerlo garantizando los valores definidos por la organización como la inclusión, la equidad y la transparencia. Al integrar estos principios en los algoritmos y decisiones automatizadas, se asegura que la tecnología no solo mejore la eficiencia, sino que también refuerce la cultura organizacional, respetando la individualidad y fomentando un entorno de trabajo ético y auténtico.

La ética es un elemento clave en la utilización de cualquier tecnología, pero creo que todos estaremos de acuerdo al considerar que la IA ha llevado este imperativo al siguiente nivel, y es por eso, que los líderes empresariales deben asumir un rol proactivo en la supervisión y regulación del uso de la IA. Es fundamental que garanticen que las decisiones automatizadas respeten los valores humanos, eviten sesgos y promuevan la transparencia. Además, deben comprometerse a un uso responsable de la IA, asegurando que las tecnologías se alineen con los principios éticos de la empresa, fomentando la confianza tanto dentro como fuera de la organización.

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