“Quiero que mi epitafio diga: Aquí yace un hombre que fue lo bastante sabio como para poner a su servicio a hombres que sabían más que él”
Andrew Carnegie

La mentalidad de crecimiento es un concepto introducido por la psicóloga Carol Dweck, que sostiene que las habilidades y la inteligencia no son fijas, sino que pueden desarrollarse a través del esfuerzo, la perseverancia y el aprendizaje continuo. Esta idea contrasta con la mentalidad fija, que cree que las capacidades son innatas e inmutables.

La mentalidad de crecimiento siempre ha sido un elemento clave en nuestro desarrollo, pero hoy, en un mundo en constante cambio, creo adquiere una relevancia aún mayor, al promover el desarrollo continuo de habilidades ante los constantes desafíos de la era digital, esta mentalidad potencia nuestra capacidad para adaptarnos, innovar y prosperar frente a la incertidumbre y la complejidad.


Trampas al crecimiento

En su libro Voladores de altura, Morgan McCall, realiza una aproximación muy interesante a algunas situaciones que nos limitan nuestro crecimiento: “Desgraciadamente, a la gente le gusta a menudo las cosas que van en contra de su crecimiento. A la gente le gusta utilizar exclusivamente sus puntos fuertes para conseguir resultados espectaculares y rápidos, incluso aunque esto signifique no desarrollar habilidades nuevas que necesitará más adelante. A la gente le gusta creer que es tan buena en algo como todos dicen, y no toma sus debilidades tan en serio como debiera. A la gente no le gusta oír malas noticias, ni recibir críticas, por lo que existe un riesgo tremendo de no intentar crecer y dominar algo nuevo”

¿Prepotencia? ¿Comodidad? En cualquier caso, situaciones que necesitan una reflexión y, en su caso, actuación.

Mentalidad fija vs mentalidad de crecimiento

Como es evidente, la mentalidad fija y la mentalidad de crecimiento representan dos formas distintas de ver nuestras habilidades y potencial. Las personas con mentalidad fija creen que sus habilidades y talentos son innatos e inmutables, lo que las hace evitar desafíos y temer el fracaso. Prefieren lo conocido y seguro, limitando su desarrollo. 

Por otro lado, quienes adoptan una mentalidad de crecimiento creen que sus habilidades pueden desarrollarse mediante el esfuerzo, la educación y la perseverancia. Ven los desafíos como oportunidades de aprendizaje y no temen el fracaso, pues lo consideran una parte natural del proceso de crecimiento. Esta mentalidad fomenta la resiliencia, la innovación y el éxito a largo plazo.

elección

En el contexto del deporte nos encontramos dos grandes tenistas que nos ilustran esta diferencia.

Por un lado nos encontramos a John McEnroe, que como todos recordaremos solía culpar a factores externos por sus derrotas, mostrando resistencia a ver los fracasos como oportunidades de aprendizaje.

En el otro extremo, Rafa Nadal, es un claro ejemplo de mentalidad de crecimiento, por su resiliencia y capacidad para aprender de sus derrotas, que le ha mantenido en la cima del tenis mundial.

¿Cómo podemos mejoramos la mentalidad de crecimiento?

Elaine Elliott-Moskwa, en su libro «The Growth Mindset Workbook«, nos ofrece algunas pistas:

  • Creencia en el aprendizaje y la mejora continua: Las personas con una mentalidad de crecimiento creen que pueden mejorar sus habilidades y conocimientos con dedicación y práctica. Ven los desafíos como oportunidades para aprender y crecer, en lugar de obstáculos insuperables. Ya sabéis con mente de principiante”.
  • Identificar barreras: Significa reconocer las creencias y actitudes autolimitantes que nos impiden desarrollar una mentalidad de crecimiento. Esto incluye identificar pensamientos negativos y patrones de comportamiento que nos sabotean. Algunas barreras “positivas” las identificaba McCall en su libro.
  • Desarrollar resiliencia: desarrollando la capacidad de recuperación ante los fracasos, lo que incluye aprender a reinterpretar los contratiempos como oportunidades de aprendizaje en lugar de derrotas.
  • Aprecio por el esfuerzo: El esfuerzo y la dedicación son valorados como medios para alcanzar el éxito. Se reconoce que el talento innato es solo una parte de la ecuación y que el trabajo arduo y la persistencia son esenciales para el desarrollo personal y profesional.
  • Adoptar nuevas estrategias: Implementa y experimenta con nuevas formas de abordar problemas y desafíos. La flexibilidad en la adopción de diferentes estrategias es clave para mantener una mentalidad de crecimiento. Las nuevas tecnologías son una ocasión perfecta para innovar, aprender continuamente y adaptar nuestras habilidades a las demandas cambiantes del entorno, potenciando nuestra capacidad de resolver problemas de manera más eficiente y efectiva.

En cualquier caso, la actitud juega un papel fundamental en cómo enfrentamos nuestras vidas y carreras. La capacidad de ver cada experiencia como una oportunidad de aprendizaje, nos prepara para enfrentarnos a cualquier adversidad con una perspectiva constructiva.

Generar una dinámica de crecimiento implica estar abiertos al cambio, aceptar el feedback constructivo y comprometernos con el desarrollo personal continuo. Esto supone una disposición personal para salir de nuestra zona de confort y asumir riesgos. Al hacerlo, no solo mejoramos nuestras habilidades y resiliencia, sino que también inspiramos a quienes nos rodean a adoptar una mentalidad similar, creando así un ciclo virtuoso de crecimiento y mejora colectiva.

¿Te animas a compartir alguna experiencia en la que hayas adoptado la mentalidad de crecimiento?

¡Abro el fuego! Principios de los 2000, después de haber trabajado en las áreas de Tecnología y Organización, desarrollaba mi actividad en Desarrollo de Negocio en la Central de Banesto. A pesar de los horarios y complejidad algunos proyectos, creo que aunque no era consciente (nunca lo somos)  me encontraba en mi zona de confort. Una situación que cambio radicalmente un viernes de diciembre con la llamada del CEO del Banco. «Tienes que seguir tu proceso de crecimiento. Tu próximo puesto es asumir una dirección territorial.» Un cambio que representaba un reto tanto en el ámbito profesional (“del cuartel general a dirigir un territorio del frente”) como en el personal y familiar.

Acepté y fué una decisión que no solo ha marcado mi carrera profesional, sino también la forma de enfrentarme a los nuevos desafíos.

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