Una colaboración de Jesús Hernández Galán.
Director de Accesibilidad e Innovación.
Fundación ONCE.

“El miedo es una pérdida de tiempo.”

Andrea Bocelli.

Transformación en beneficio de más de 1000 millones de personas.

A nadie se le escapan los grandes beneficios que nos aporta la tecnología. Grandes han sido los avances y en muchos ámbitos hemos visto cómo nuestra calidad de vida ha mejorado de forma sustancial. Este cambio es, si cabe, más profundo para las personas con discapacidad.

Precisamente, podemos entender la tecnología como una potenciadora de nuestras capacidades, e incluso, puede llegar a suplir la falta de las mismas. Asimismo, investigaciones y desarrollos que en sus orígenes trataban de resolver necesidades de las personas con discapacidad, han resultado de gran utilidad para toda la población.

Sirva de ejemplo los sistemas de dictado automático que en su momento se desarrollaron para personas con graves problemas de movilidad en miembros superiores, y que ahora, son utilizados de forma normalizada por cualquier usuario. Otro buen ejemplo pueden ser los audiolibros tan útiles y necesarios en sus orígenes para personas con problemas visuales y tan extendidos y exitosos entre toda la ciudadanía.

Sin embargo, dado que la tecnología es imprescindible en nuestro día a día, su mal diseño puede generar graves problemas de exclusión social. Cada día nos encontramos ante desarrollos tecnológicos, interfaces, entornos web, dispositivos electrónicos, apps, etc., completamente inaccesibles para un número muy importante de usuarios. Cuando hablamos de accesibilidad, muchas personas entienden que este término hace referencia al alto coste económico que tienen muchos de estos dispositivos; realmente nos referimos a que muchas personas con discapacidad no los pueden utilizar porque no pueden interactuar con ellos.

Por ejemplo, una página web que no pueda ser leída por una persona ciega a través de un lector de pantalla, un botón de una app excesivamente pequeño que no pueda ser utilizado por una persona con problemas manuales, un dispositivo electrónico que no facilite información visual, y por tanto, no comprensible por una persona sorda.

Estamos hablando de más de 1000 millones de personas en el mundo según datos de la Organización Mundial de la Salud, es decir, en torno a un 15 % de la población.

Una regulación imprescindible.

Con el objetivo de dar cobertura legal a esta necesidad y defender los derechos de este 15 % de la población, se han aprobado legislaciones tanto a nivel nacional como europeo. Cabe destacar la Ley de Igualdad Oportunidades, No Discriminación y Accesibilidad Universal que se aprobó en el año 2003 y que a través de sus desarrollos posteriores ha dado cobertura a la necesidad de incluir la accesibilidad en los diferentes entornos. En 2016 entró en vigor la Directiva sobre accesibilidad de los sitios webs y aplicaciones para dispositivos móviles de los organismos del sector público. Dicha normativa fue transpuesta a la legislación española, dos años después, en el Real Decreto sobre accesibilidad de los sitios web y aplicaciones para dispositivos móviles del sector público.

Los niveles de accesibilidad vienen establecidos por las WCAG (Web Content Accessibility Guidelines)  publicados por la Web Accessibility Initiative WAI, parte del World Wide Web Consortium W3C, la principal organización de estándares de internet. Éstos niveles de accesibilidad se clasifican en A, AA y AAA, siendo el nivel AA el exigido por la legislación vigente.

El informe realizado en 2018 es el último publicado en el Portal  de la Administración Electrónica, por lo que no resulta posible conocer la situación actual.

En abril de 2019 fue aprobada la Directiva Europea de Accesibilidad que se centra muy especialmente en el ámbito tecnológico y que será transpuesta a nuestra legislación nacional en 2022. Esta Directiva abarca los siguientes ámbitos:

  • Servicios de comunicación electrónica. Cabe destacar que obligará a que los servicios de emergencia sean accesibles, cuestión muy demandada por los colectivos de personas con discapacidad, especialmente por las personas sordas.
  • Servicios de comunicación audiovisual
  • Servicios de transporte
  • Servicios bancarios
  • Libros electrónicos
  • Servicios de comercio electrónico
  • Teléfonos inteligentes, tabletas y ordenadores
  • Máquinas expendedoras
  • Televisiones y programas de televisión
  • Bancos y cajeros automáticos

 

Sin duda la importancia de la legislación es clave para que todos podamos beneficiarnos de las enormes posibilidades que ofrece la tecnología.

Las posibilidades increíbles de la tecnología.

En los próximos años veremos cómo las tecnologías emergentes resolverán problemas que hasta la fecha ni nos imaginamos. En un futuro, espero que no muy lejano, veremos cómo el coche autónomo permitirá desplazarse de forma independiente a muchas personas que hoy no pueden conducir. Ya existen sistemas que permiten conocer el entorno a personas ciegas a través de sistemas de visión artificial e inteligencia artificial. Sirvan de ejemplo las soluciones Seeing AI de Microsoft o Lookout de Google.

El control de interfaces a través del cerebro permitirán a muchas personas con graves problemas de movilidad interactuar con el entorno. Los sistemas de subtitulado automático, ya prácticamente implantados con un alto grado de calidad en inglés, ayudarán a las personas con problemas auditivos. Con toda seguridad las personas con discapacidad intelectual verán cómo la inteligencia artificial les proporcionará textos en lectura fácil de forma automática.

En definitiva, la tecnología permitirá realizar acciones que actualmente son inalcanzables para más de 1000 millones de personas en el mundo.

Jesús Hernández Galán

En línea con este artículo de Jesús Hernández Galán, a partir de esta semana, incluiré en www.ar.digitis.net, la grabación en voz de los post semanales del blog.

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