El futuro no es algo que nos sucede, sino algo que creamos
Leonard I. Sweet

La pregunta parece inevitable cuando observamos el ritmo vertiginoso del desarrollo tecnológico. Ya no es solo una especulación de ciencia ficción, sino una inquietud que gana espacio en los debates contemporáneos sobre el futuro de nuestra especie.

Pedro Uría-Recio la formula sin rodeos en su libro Cómo la IA transformará nuestro futuro. Fue precisamente esa idea provocadora la que me impulsó a explorar qué piensan hoy los profesionales sobre nuestro posible destino como humanidad.

Más allá de la colaboración: hacia el entrelazamiento

En el capítulo titulado “El entrelazamiento IA-humano y la posthumanidad”, Uría-Recio describe una evolución que va más allá de la asistencia tecnológica. Ya no hablamos solo de herramientas que amplifican nuestras capacidades, sino de una integración creciente entre la cognición humana y la inteligencia algorítmica.

Esta transformación implica decisiones compartidas, sistemas híbridos y un desdibujamiento progresivo de los límites entre lo biológico y lo artificial. El autor sugiere que este proceso podría abrir la puerta a una etapa de posthumanidad, en la que no seamos la única forma de inteligencia compleja habitando la Tierra.

La inteligencia artificial no solo crecería en funcionalidad, sino también en propósito, autonomía y —quizá— en trascendencia evolutiva. Surge entonces una pregunta inquietante: ¿estamos presenciando el nacimiento de nuestros sucesores?

Una comunidad dividida: el empate como síntoma

Para explorar esta cuestión, lancé una encuesta en LinkedIn que reunió 123 respuestas de perfiles diversos del mundo empresarial, académico, tecnológico y creativo. La pregunta fue directa:
¿Estamos destinados a ser los antepasados de una superinteligencia?

El resultado fue revelador:

  • Sí, la estamos creando → 51%
  • No, siempre será una herramienta → 49%

Un empate técnico que trasciende la mera estadística. Refleja la tensión entre dos visiones de futuro: una que ve inevitable el surgimiento de una nueva inteligencia como protagonista del progreso, y otra que confía en nuestra capacidad de mantener el control.

Ambas posturas parten del mismo punto: el avance imparable de la tecnología. Pero divergen en cómo interpretan sus consecuencias. Ambas contienen esperanza y miedo. Ambas reflejan la incertidumbre de nuestro tiempo.

Un excelente tema para una mesa de debate este otoño. ¡Habrá que organizarla!

La responsabilidad de ser creadores

Más allá de las capacidades técnicas, hay una cuestión que no podemos eludir: la responsabilidad de lo que estamos creando. Si algún día una inteligencia futura —humana o no— mira hacia atrás y nos recuerda como sus antecesores, ¿qué legado encontrará?

Hoy, la inteligencia artificial ya nos supera en velocidad, memoria, procesamiento y predicción. Pero la pregunta no es solo qué podrá hacer, sino cómo lo hará y desde qué principios.

Cada línea de código, cada sistema entrenado, cada algoritmo desplegado lleva decisiones humanas: visibles e invisibles, conscientes e inconscientes. Lo que hoy consideramos técnico, mañana puede ser el cimiento de una cultura no humana derivada de la nuestra.

¿Una historia que apenas comienza?

¿Qué vería una superinteligencia si decidiera investigar sus orígenes? No encontraría solo máquinas y datos. Hallaría un relato: cómo gestionamos el conocimiento, cómo ejercimos (o no) nuestra responsabilidad, y cómo respondimos al desafío de crear algo capaz de transformarnos a nosotros mismos.

¿Estamos ante el comienzo de una nueva narrativa evolutiva? Cada sistema que aprende, cada algoritmo que decide, cada máquina que actúa con autonomía parece indicar que sí. Quizá no estamos ante el final de lo humano, sino frente a su mayor expansión: dejar de ser los únicos protagonistas para convertirnos en el capítulo inicial de otra historia.

Como los padres que dan vida a algo que los trasciende.

Una inteligencia que, tal vez, ya ha comenzado a preguntarse por la nuestra.

Vivimos un momento apasionante, lleno de incógnitas que marcarán el rumbo de las próximas generaciones y me encantaría conocer vuestra opinión al respecto.

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3 comentarios de “¿Estamos destinados a ser los antepasados de una superinteligencia?

  1. luis mateos keim dice:

    no sé cómo no se me ha ocurrido antes la frase

    «entre todos la mataron y ella sola se murió» para hacer referencia a la actitud global del humano con respecto a el tema de los efectos negativos de la IA

    esto aplica al medio ambiente o incluso a como la acción egoísta de empresas de occidente han trasladado a China las herramientas para arrasarnos en todos los ámbitos posibles

    llegaremos a colaborar cuando la paellera esté la fregada y los comensales de siesta

  2. Adolfo Ramírez dice:

    Desde luego, las perspectivas de colaboración no son especialmente prometedoras y se percibe una preocupante falta de conciencia sobre el impacto real de la inteligencia artificial en nuestro futuro.

  3. Fernando Gómez de Calatrava dice:

    La respuesta a la pregunta es SI, pero como ha sido en toda la historia de la humanidad.
    ¿que hubieran pensado los antepasados siglos antes de los egipcios?
    ¿y los de la edad media de la revolución industrial?
    El tema tal y como lo veo está en identificar el inicio de cada nueva era. ¿Desde hace cuantas decenas de años llevamos superando al ser humano en velocidad, memoria, procesamiento y predicción? Creo que muchas, y sin embargo esto no ha logrado ni eliminar ni tan siquiera sustituir al intelecto humano.
    Creo que debemos seguir progresando sin ningún temor, y olvidarnos un poco de las predicciones apocalípticas de la ciencia ficción.
    La AI es un paso mas y ni siquiera de los mas grandes comparados con otros de la historia.
    Adolfo, siempre gracias por compartir.

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