“La vida es demasiado corta para ser otra persona”
Kurt Cobain
La autenticidad, por lo menos en la teoría, es un valor que todos apreciamos profundamente, pero que, paradójicamente, se encuentra constantemente amenazado en todas las esferas de nuestra vida.
En un mundo donde las expectativas externas se están convirtiendo en una especie de brújula que guía tanto a las personas como a las organizaciones, ser fiel a uno mismo se ha convertido en todo un desafío.
Como analizo en mi libro “El valor de la autenticidad”, tanto las empresas, como los profesionales y las personas, nos enfrentamos a potentes enemigos que nos condicionan (o por lo menos lo intentan) la aplicación de nuestro ideal de autenticidad.
Ámbito empresarial
En el mundo empresarial, uno de los principales enemigos de la autenticidad es la presión por alcanzar objetivos a corto plazo. Las empresas, en su búsqueda constante por cumplir con las metas inmediatas, a menudo sacrifican principios fundamentales como la transparencia y la coherencia. Este enfoque en los resultados rápidos está llevando a muchas organizaciones a tomar decisiones tan alejadas de la autenticidad, como utilizar marketing engañoso para generar ventas o promesas que no pueden cumplir. Esto no solo afecta la imagen de la marca, sino también y, especialmente a la confianza que los empleados y clientes depositan en ella.
Además, la falta de transparencia es otro enemigo directo de la autenticidad en las empresas. Cuando las organizaciones no son claras sobre sus procesos, valores o decisiones, crean una desconexión con su público y sus empleados. La autenticidad en el negocio requiere una comunicación abierta y honesta, donde lo que se dice sea respaldado por lo que se hace. La transparencia, entonces, es clave para construir relaciones genuinas y sostenibles tanto a nivel interno como externo.
Ámbito Profesional
En el ámbito profesional, uno de los enemigos más comunes de la autenticidad es la ambición obsesiva. El deseo de alcanzar el éxito a toda costa puede hacer que los profesionales pierdan de vista sus propios valores y principios. La ambición, en su forma más sana, impulsa el crecimiento, pero cuando se convierte en una obsesión por el poder, el reconocimiento o el estatus, puede llevar a la persona a tomar decisiones que no son coherentes con su ser auténtico. Este tipo de ambición se manifiesta en la adopción de una «máscara profesional», donde lo que importa, no es lo que realmente se es, sino lo que se cree que los demás quieren ver.
Relacionado con esto, la competencia desleal también se presenta como un enemigo de la autenticidad. En entornos profesionales altamente competitivos, la presión por sobresalir puede hacer que algunas personas recurran a tácticas manipuladoras o poco éticas. Al centrarse solo en el éxito a cualquier precio, pierden la capacidad de ser genuinos en sus relaciones y actividades laborales. Esto crea un ambiente donde lo auténtico se ve como una debilidad, y donde se valora más la apariencia de éxito que el esfuerzo honesto.
El conformismo también puede limitar la autenticidad profesional. Muchas veces, las personas se conforman con lo que está establecido, lo que se espera de ellas o con el camino «seguro» que no representa su verdadera pasión o propósito. Este conformismo, aunque aparentemente inofensivo, puede llevar a la gente a dejar de lado su verdadero yo para encajar en un molde que no les permite ni experimentar ni crecer.
Ámbito Personal
A nivel personal, uno de los enemigos más poderosos de la autenticidad es la búsqueda constante de validación externa. En un mundo donde las redes sociales y la opinión ajena juegan un papel tan importante, muchas personas se ven atrapadas en la necesidad de ser aprobadas por los demás. Ya sea a través de likes, comentarios o reconocimiento, la validación externa puede hacer que alguien pierda de vista lo que realmente importa: su autenticidad. Las personas que dependen demasiado de la aprobación ajena tienden a adaptarse y modificar su comportamiento para cumplir con las expectativas, perdiendo así su esencia.
El miedo a la vulnerabilidad es otro obstáculo significativo en el camino hacia la autenticidad personal. Mostrar debilidad o inseguridad es visto por muchos como algo negativo, por lo que prefieren ocultar sus emociones reales y presentarse como personas fuertes o invulnerables. Sin embargo, la vulnerabilidad es una de las piedras angulares de la autenticidad. Ser capaz de mostrar quién eres realmente, sin miedo al juicio, es lo que permite una conexión genuina con los demás.
Por último, las relaciones tóxicas también son un gran enemigo de la autenticidad personal. En relaciones donde existe control, manipulación o abuso emocional, las personas se ven obligadas a actuar de una manera que no refleja su verdadero ser, solo para evitar el conflicto o mantener la relación. Estas relaciones desdibujan la capacidad de ser uno mismo y obligan a adoptar máscaras para encajar o sobrevivir.
El reto de vencer a los enemigos y proteger nuestra autenticidad
Proteger nuestra autenticidad y luchar contra estos poderosos enemigos, requiere estar constantemente atentos y comprometidos con nuestros principios.
No basta con entender su importancia; debemos defenderla frente a las continuas presiones y amenazas. La autenticidad es una práctica diaria, un esfuerzo por alinear lo que pensamos, decimos y hacemos.
Para superar los obstáculos, necesitaremos en más de una ocasión redefinir algunos de nuestros valores, romper con más de una expectativa ajena y ser más valientes al mostrar quiénes somos realmente. Solo así podremos tomar decisiones basadas nuestro propósito, en lugar de hacerlo superficialmente y con las expectativas de otros.