“El mayor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, sino la ilusión del conocimiento”
Stephen Hawking
En su libro “Cointeligencia”, Ethan Mollick desafía la percepción común sobre la inteligencia artificial con una afirmación contundente: la IA, en realidad, no sabe nada. Esta declaración rompe con la idea generalizada de que los sistemas de IA son repositorios con sabiduría omnipresente.
La naturaleza de la IA
La IA, lejos de ser una entidad conocedora, es una sofisticada herramienta de procesamiento de información. Los modelos de IA, como los grandes modelos de lenguaje, no “saben” en el sentido humano del conocimiento, sino que procesan y generan respuestas basadas en patrones estadísticos derivados de sus datos de entrenamiento.
Este punto es clave porque, en la era de la automatización y toma de decisiones basada en datos, muchos confunden la fluidez de la IA con un conocimiento real.
A pesar de su capacidad para producir respuestas convincentes, los modelos de IA no comprenden el mundo como nosotros y carecen de conciencia y conocimiento en sentido estricto, generando respuestas basadas en probabilidades estadísticas.
La paradoja de la confianza: ¿Por qué creemos en lo que dice la IA?
Si la IA no sabe nada y, además, se inventa las respuestas, ¿por qué tantas personas la consideran confiable? La respuesta radica en la forma en que los modelos de lenguaje han sido diseñados para comunicarse: con coherencia, fluidez y seguridad. No importa si lo que dice es correcto o no, la IA lo expresa con la misma certeza.
Esta es una de las mayores trampas de la inteligencia artificial. En el ámbito empresarial, académico o incluso en la toma de decisiones personales, el hecho de que la IA pueda construir respuestas convincentes, genera una falsa sensación de fiabilidad. Su estructura sintáctica impecable y su aparente solidez argumentativa pueden hacer que bajemos la guardia y demos por cierto lo que dice sin cuestionarlo.
Pero la realidad es que la IA alucina. Es decir, cuando no encuentra una respuesta precisa dentro de su entrenamiento, genera información plausible pero incorrecta. Esto puede ir desde pequeños errores hasta afirmaciones completamente inventadas. En este sentido, la IA no es solo una herramienta poderosa, sino también un riesgo, si no sabemos cómo interactuar con ella de manera crítica.
Autenticidad e Inteligencia Artificial
Si la IA no tiene conocimientos propios y puede generar respuestas erróneas con total seguridad, la pregunta clave es: ¿cómo aseguramos su uso responsable y alineado con la autenticidad?
La autenticidad, en un sentido amplio, implica coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. En el ámbito empresarial y organizacional, este principio es esencial para construir confianza con clientes, empleados y otros grupos de interés. Pero si una empresa empieza a basar su comunicación, estrategia o incluso su toma de decisiones en una IA que genera respuestas sin comprender el contexto ni verificar su veracidad, la autenticidad se ve amenazada.
Aquí es donde un concepto como el de co-inteligencia cobra más sentido. Mollick propone un modelo en el que humanos e IA trabajan juntos, combinando la capacidad analítica y de generación de contenido de la inteligencia artificial con el juicio crítico, la creatividad y la ética humana. En este modelo, el papel del humano no es delegar completamente en la IA, sino supervisarla, interpretarla y validarla.
El futuro del liderazgo y la transformación digital en la era de la IA
Por lo tanto, el verdadero valor no residirá en quién utilice más IA, sino en quién sepa equilibrar la inteligencia artificial con la inteligencia humana. La tecnología puede ayudar a estructurar la información y detectar patrones, pero la intuición, la experiencia y la capacidad de cuestionar siguen siendo esenciales.
El desafío clave es aprender a usar la IA con inteligencia y sentido crítico, no asumir su fiabilidad solo porque suene convincente.
En un mundo donde la confianza y la autenticidad cada vez son más importantes, el reto no es solo aprender a usar la IA, sino aprender a cuestionarla. La verdadera inteligencia reside en nuestra capacidad de discernir, analizar y no aceptar respuestas sin más.
yo le digo «hazme una imagen de x, y, z»!y me la hace sin saber nada… es falsa
ya decido yo si me gusta o le pido otra
pero esa imagen la hace en 10 segundos… y por algún motivo no hace imágenes feas (nadie se ha preguntado eso) … un humano tardaría horas o días y te daría apuro pedirle 10 o 15 intentos
150 segundos… en un día de trabajo de la IA tendríamos que estar un mes comparando imágenes
no sé
creo que hay muchos humanos que dicen tonterías sin ningún sustento y sin complejos
la IA es una infinita oportunidad y una infinita amenaza y no nos estamos preparando para ser todos jubilados los 8000000000
Luis, gracias por participar en el blog. Me quedo con una infinita oportunidad y una infinita amenaza. La cuestión es ¿Por lado de la balanza nos inclinaremos?