“Toda verdad ignorada prepara su venganza”

José Ortega y Gasset

Saldremos de la crisis generada por la inflación, igual que salimos de todas las crisis económicas e incluso de situaciones límite como la generada por la pandemia del Covid-19, y lo superamos porque en estos casos nos movemos en el ámbito de lo material, pero en cambio, nos va a costar más salir de la crisis de integridad que estamos sufriendo y que avanza inexorablemente y poco a poco, si no lo evitamos, se va a convertir en parte de nuestra cultura.

Una crisis, que atenta directamente a los valores de una sociedad, y que lamentablemente ha invadido todos los ámbitos, el político, social, empresarial y hasta el deportivo. Hablar de integridad es hablar de valores que hasta ahora representaban (hablo en pasado porque parece que estamos en transición a otros) los ideales de una sociedad, como la honestidad, la coherencia, la responsabilidad, el respecto a los demás, la conducta ética o la integridad moral.

Sin embargo, hoy nos encontramos con políticos que reiteradamente dicen una cosa (en el afán de conseguir votos y gobernar) y hacen exactamente lo contrario, personas socialmente reconocidas, que sin embargo tienen comportamientos manifiestamente deshonestos, empresas que predican unos valores y con el afán de vender hacen todo lo contrario.

Si lo analizamos con cierta perspectiva, el problema no está en estos compartimientos, cada uno es libre de elegir su propósito, valores y camino en la vida, sino en nuestra actuación como ciudadanos o consumidores, que seguimos votando falsas promesas, generando audiencia a personajes impresentables o comprando a empresas manifiestamente deshonestas o con prácticas poco éticas. Independiente de algún posible fanatismo, el origen de esta situación solo lo encuentro en la comodidad, que se ha convertido en un elemento fundamentalmente de la actual crisis de valores que estamos padeciendo.

En algunas ocasiones parecería como si estuviéramos anestesiados. Optamos por el camino fácil, por aquello que es más conveniente en el momento, en vez de tomar decisiones más difíciles, pero moralmente más justas. Esta búsqueda de la comodidad y la aversión al esfuerzo o al conflicto es un claro indicador de la crisis de valores que actualmente atravesamos. Pero siendo esto grave, lo más grave es lo que le estamos enseñando a las nuevas generaciones.

Como expresó Carl Gustav Jung:

“Los niños son educados por lo que hace el grande y no por lo que dice”.

A medida que normalizamos y perpetuamos comportamientos que favorecen la comodidad sobre la ética, enviamos un mensaje preocupante a las futuras generaciones. Les estamos enseñando, aunque inadvertidamente, que está bien comprometer principios por conveniencia, que la integridad puede ser sacrificada por ganancias inmediatas, y que la auténtica responsabilidad cívica es opcional.

En definitiva, estamos generando un perjuicio posiblemente irreparable, porque están creciendo y conviviendo en una crisis de valores sin precedente.

El reto de superar esta crisis

Una crisis que seguramente no sea reconocida por algunos, pero espero que sí por la mayoría, porque la única forma de solucionar un problema es siendo consciente de su existencia.

Intentar hacer una tesis para resolver un problema de esta magnitud en un párrafo de un post es un atrevimiento que ni se me ocurre intentar, no obstante estoy convencido que la única forma de avanzar es reflexionar sobre ello, salir de nuestra zona de confort y pasar a la acción, decidiendo y eligiendo en los distintos ámbitos en función de nuestros principios.

Soy optimista y hay esperanza porque la mayoría de los ciudadanos, una aplastante mayoría, conserva sus valores, lo único que ocurre es que poco a poco, terceros interesados, nos van llevando a su olvido y no estamos reaccionado o no lo hacemos con la suficiente contundencia.

Como decía Mahatma Gandhi:

“Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo”.

Os animo a comentarlo y si lo consideráis de interés compartirlo. Algo tenemos que hacer.

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14 comentarios de “Ajenos a la crisis de integridad

  1. Manuel López dice:

    No puedo estar más de acuerdo querido Adolfo. Predicar con el ejemplo a nosotros mismos y a quienes nos rodean, en casa, en el trabajo, en el autobús, en el restaurante de turno, en la cola del cine, en cualquier sitio, dar ejemplo de esos valores que predicas y que asumo al 100%.

    Gracias por tu post.

  2. Jose Antonio López-Arias Testa dice:

    Es una realidad, y no veo la manera de que esto cambie en positivo, sino que cada vez se va profundizando más en la senda que nos indicas en tus palabras. En nuestras manos esta predicar con el ejemplo, cuestion dificil en un mundo que te empuja a no hacerlo.

  3. Alvaro dice:

    Vivimos en una sociedad donde prevalece el conformismo basado en la comodidad. Tenemos una zona de confort ampliamente asentada y que desde los gobiernos procuran ampliar en base a subvenciones, ayudas y demás: el bono cultural, el bono viaje verano, subsidios para todo tipo de colectivos…. etc. Depende solamente de los ciudadanos el salir o no de esa zona de confort, y sobre todo luchar por la ética y la integridad de todos, sobre todo de aquellos estamentos que tienen poder o autoridad sobre la sociedad civil. Complicado conocer, cuando, por qué, y quien va a liderar ese movimiento, pero llegará.

  4. Fernando Gómez De Calatrava dice:

    Verdades como templos.
    No obstante mi optimismo en relación con este tema diría que es escaso y muy limitado.
    He perdido la fe en mis conciudadanos después de ver como a pesar de la experiencia de estos cuatro años de gobierno donde «cambiaban de opinión» sobre lo dicho tan solo poco antes y a pesar de esa experiencia les han seguido votando.
    La perdida de valores es un claro síntoma que tanto en la educación formal (escuelas) cómo dentro de las familias (y seguro que hay muchas formas de justificarlo), algo estamos haciendo mal.
    De entre todos los valores que comentas donde hemos sufrido un deterioro hay un par que a mi me entristecen bastante cuando los percibo especialmente en la gente joven. Me refiero en concreto a las ganas de trabajar mas (recuerdo mis primeros años de trabajo) y al afán por hacer el trabajo lo mejor posible.
    Ojalá esa «mayoría de ciudadanos» de la que habla el post, exista y se ponga en acción, pero creo que el peso/tamaño/influencia de la Sociedad Civil como se entiende en otros países, es muy limitado en el nuestro, que anda mas pendientes de los resultados del próximo trimestre.
    Un abrazo.

  5. Ignacio Babé dice:

    Si, hay cambio en los valores sociales y colectivamente se nos imponen ideas y comportamientos, a la sociedad, que no son compatibles con nuestra ética personal, ni con nuestros valores y códigos morales individuales. Pero no reaccionamos como sociedad. No sé que otros revulsivos necesitamos y podemos esperar para reaccionar pero creo que como decía el Mahatma, la clave esta en empezar por uno mismo.

    • Adolfo dice:

      Igancio, querría equivocarme, pero creo que, como digo en el post, parece que estamos un poco anestesiados. La cuestión es como salimos de esta situación. Y el primer paso es con el ejemplo de cada uno.

  6. OLGA dice:

    Gracias por tus reflexiones, Adolfo. Efectivamente nos hemos acomodado, o mejor dicho acostumbrado, a que sean habituales las falsedades y los comportamientos faltos de ética de quienes dirigen nuestros destinos. Yo aún soy optimista y confío en que, los que somos madres y padres sepamos inculcar en las próximas generaciones los valores necesarios para salir de esta crisis.

  7. Jorge Magro dice:

    Gracias Adolfo. Has abierto un melón que me preocupa especialmente en mi rol de padre. Acción SI, empezar por uno mismo… también, optimismo… por supuesto, pero es necesario iniciativas potentes que generen suficiente tracción y no las veo (de momento), especialmente en la educación y la formación. Este tema me conecta de nuevo con el liderazgo. Si consideramos la «integridad» como la medida en la que líder se adhiere a los principios y valores que propugna…¿Cómo lideramos como padres, maestros, directivos, educadores, formadores…?. ¿Qué medidas «de impacto» tenemos que impulsar para empezar a atajar esta pandemia?….En mi opinión, la clave está en la educación/formación (que no el adoctrinamiento) en todos sus ámbitos… otro gran melón !!. ¿Qué ejemplo damos con nuestro comportamiento?.

  8. Jesús dice:

    Hay mucha razón en lo que dices Adolfo, pero tenemos que ir adaptándonos a la vida que nos toca vivir a pesar de que no sea ni la que nos guste ni la que hemos elegido. El tiempo del diálogo se ha acabado, no sé porqué, pero cada vez la escucha es más complicada. Valores hay, algunos incluso mejores que los que nosotros elegimos, y eso es lo que nos tiene que dar optimismo.

    • Adolfo Ramírez dice:

      Jesús, la adaptación a los nuevos tiempos es esencial y estoy de acuerdo en que aparecen nuevos valores o le damos mayor importancia a valores que antes pasaban más desapercibidos, en cualquier caso hay determinados principios que no podemos perder.

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