“¡Estoy horrorizado! No sé si el mundo está lleno de personas inteligentes que lo disimulan… o de imbéciles que no se recatan de serlo”
M. Brickman
En el proceso de transformación digital estamos viendo como muchas empresas, sin haber definidos unos objetivos claros, se están limitando a lanzar una serie de iniciativas desordenadas y, sin embargo, mantienen la esperanza de un gran impacto en su negocio, posiblemente por desconocimiento del error que están cometiendo.
La transformación, como se desarrolla en “Digitalízate o desaparece” e insistimos sistemáticamente en este blog, tiene que ser integral, coordinada y, sobre todo, orientada a capturar el máximo valor digital de los cambios, es decir, tiene que ser una transformación inteligente.
Para conseguirlo, hemos identificado siete acciones que nos parecen clave:
Valor de los clientes
Un interesante artículo publicado en Harvard Business Review “¿Su empresa está aprovechando su valor digital?”, que me ha servido de inspiración para este post, propone los tres ámbitos de creación de valor prioritarios para obtener el máximo rendimiento de la transformación.
El primero es el valor de los clientes, lo que incluye el incremento de los ingresos por venta cruzada, la generación de nuevas experiencias omnicanal o el diseño y desarrollo de una nueva propuesta de valor.
En definitiva, ayudar a los clientes a satisfacer sus necesidades, ofreciéndoles una experiencia excelente que aporte un valor “rentable” para ambas partes.
Valor de las operaciones
Es el segundo ámbito que identifican en citado artículo sus autores, Stephanie L. Woerner, Peter Weill e Ina M. Sebastian, e incluye aspectos como la reducción de costes y el aumento de la eficiencia y la velocidad.
Las organizaciones pueden crear este tipo de valor desarrollando componentes modulares que se puedan reutilizar, simplificando y automatizando los procesos y haciéndose más abiertas y ágiles.
Valor de los ecosistemas
Este tercer bloque incluiría tanto los ingresos de los participantes del ecosistema como el nuevo valor que aportarían los clientes y operaciones a través de la nueva asociación.
Una estrategia que permite capturar el valor del efecto red de las plataformas.
Según citados especialistas del MIT, este tipo es el que más se pasa por alto en las empresas y sin embargo, resulta una de las grandes oportunidades de la disrupción digital.
Casi cualquier empresa puede generar un valor sustancial a partir de ecosistemas en los que amplía su base de clientes y encuentra sinergias con sus productos y servicios, que le harán ampliar su oferta de valor y por lo tanto la experiencia de los clientes.
Los datos un activo estratégico
Cada vez estoy más convencido que sin un buen modelo de datos resulta imposible la transformación de una organización, siendo indiferente su sector o tamaño.
Una gestión inteligente de los datos nos permite:
- Conocer a nuestros clientes y por lo tanto, atender a sus necesidades y personalizar la oferta.
- Analizar el mercado y la competencia para definir ofertas de valor diferenciales.
- Tomar decisiones basadas en la información y no sólo en la intuición.
- Gestionar el talento de los equipos.
- Realizar proyecciones
- Anticiparnos a situaciones de riesgo
- Etc.
Desarrollo del talento
No hay libro o artículo sobre transformación, ni CEO o directivo de empresa, que no sitúe a las personas como la primera prioridad de la transformación de su compañía.
Sin lugar a duda esto es lo inteligente.
Lo que ocurre es que, en general, la realidad está muy lejos de estas buenas intenciones y las personas no están siendo en gran número de las organizaciones los verdaderos protagonistas del cambio.
Las buenas prácticas indican, además de los imprescindibles programas de capacitación, unos altos grados de comunicación y participación hacia el cambio.
Disciplina en la ejecución
Los informes de las consultoras especializadas en estrategia y cambio, siguen mostrando la fase de ejecución como la causante de más del 70% de los fracasos en los procesos de transformación, un dato que indica claramente la falta de gestión en esta etapa del cambio.
Parece que hasta su presentación en los Comités de Dirección los planes fluyen con agilidad, pero cuando se enfrentan a la realidad hace acto de presencia el statu quo y las resistencias empiezan a aparecer en las distintas áreas de la… Share on X¡Sin acción no hay cambio!
Definida una estrategia es evidente que lo inteligente (incluso diríamos que lo normal) es ejecutarla para ir recogiendo los frutos de las nuevas directrices acordadas.
La ejecución como dicen Larry Bossidy y Ram Charan en Execution “es un conjunto específico de comportamientos y técnicas que las empresas deben dominar para tener una ventaja competitiva. Es una disciplina en sí misma.”
Gestión del cambio
En este ámbito se produce una interesante paradoja. Por un lado, sigue siendo la mayor preocupación de los CEOs en los procesos de transformación, pero por otro lado, su presencia en sus agendas es mínima.
¿Por qué?
Seguramente la respuesta la encontremos en la “tiranía” de los objetivos a corto plazo.
Por eso, una transformación inteligente, precisa de un plan o programa de gestión del cambio que se convierta en parte del día a día de la organización, pues el cambio se tiene que producir ahí, en la actividad cotidiana y no pensar que los “PowerPoint” por muchas veces que se evolucionen y se presenten van a cambiar algo … más allá del anterior PowerPoint.
¿Qué te parece el concepto de Transformación Inteligente? ¿Cambiarías alguna de estas claves?.
Gracias Adolfo, en la parte que indicas de Desarrollo del Talento pondría mucho foco en un liderazgo efectivo que promueva la transformación. Además, en mi opinión, otra gran barrera para la transformación inteligente es la «cultura organizativa», entendida como el conjunto de creencias instaladas en la organización, que seguro nos han ayudado a llegar hasta donde estamos ahora, pero que probablemente, en una buena parte, tienen que ser sustituidas por nuevas creencias, que permitan operar y entender la realizad de otra manera. Ambos temas (liderazgo transformacional y cultura) no consisten en «fuegos artificiales» si no de una «lluvia fina», inteligente y bien medida que acompañe el plan de transformación. Muchas compañías lo tienen muy claro, otras invierten en estos aspectos con la «boca pequeña», por moda, por que toca, e incluso por que les viene impuesto por la matriz… pero sin planes serios, medibles y consistentes.
Jorge, sin duda la gestión del statu quo es un elemento clave para realizar una transformación inteligente.
Gracias por participar en el debate.
Me ha parecido tan acertado el resumen que lo he incorporado como anexo a mi presupuestos, mencionando al autor 🙂 Junto con la historia de la empresa textil Silbon. Cada vez que entregamos en la agencia una propuesta insistimos en estos puntos, ahora gracias a este post los hemos podido resumir de una manera más clara, con lo cual la argumentación ante el cliente puede ser más eficaz.
Antonio, me alegro que te haya aportado.