“El edadismo está generalizado y tan aceptado en nuestras actitudes, políticas, leyes, instituciones y empresas que ni siquiera nos damos cuenta de su efecto perjudicial para nuestra dignidad y nuestros derechos”
Michelle Bachelet
Hace apenas unos meses, la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó su primer informe mundial sobre el edadismo (discriminación por edad), promoviendo, además, la campaña #AWorld4AllAges” (Un mundo para todas las edades), con la que me identifico plenamente.
La lucha contra el edadismo una prioridad para la OMS
La razón que llevó a 194 estados miembros de la OMS a respaldar la iniciativa es clara: pese a que todos estamos envejeciendo, la conciencia de la discriminación por edad es limitada. Y muchos de nosotros, seguramente de forma inconsciente, contribuimos al problema, perpetuando los estereotipos del envejecimiento en nuestras propias vidas.
De hecho, según recuerda las Naciones Unidas, se calcula que una de cada dos personas en el mundo tiene actitudes edadistas.
En dicho informe, la propia OMS recurre al término “edadismo” para referirse a cómo pensamos (estereotipos), sentimos (prejuicios) y actuamos (discriminación) hacia otras personas o nosotros mismos por razones de edad.
Una plaga a combatir
Un término que no solo alude a creencias o valores, ya que, esas “actitudes edadistas” está ampliamente demostrado que empobrecen la salud física y mental de las personas mayores, además de reducir su calidad de vida, y costar cada año miles de millones de euros a la economía mundial.
Pese a ello, y como venimos observando, el edadismo se filtra en muchas instituciones, empresas y sectores de la sociedad.
Una cuestión de sensibilidad
Cuando hablamos de dinámicas, ideas o prácticas discriminatorias que se repiten en la sociedad, podríamos decir que hoy el edadismo sigue siendo -utilizando un símil- el “hermano pequeño” de las marginaciones, olvidando que es un problema que afecta al 40% de la población.
Y es que, lógicamente la beligerancia es máxima a la hora de hablar de discriminación racial, de género, orientación sexual o discapacidad, sin embargo, aquella que se produce por la edad pasa más desapercibida, existiendo el riesgo de convivir con ella como si fuera algo natural, circunstancia que está ocurriendo en demasiadas ocasiones.
Realmente, resulta muy sorprendente la escasa sensibilidad que, en general tenemos sobre esta cuestión, teniendo en cuenta que es una etapa a la que todos aspiramos a llegar, por lo que lo más sensato parecería que la “cuidáramos” de cara a ir preparando nuestro futuro.
El edadismo una inercia muy peligrosa
El edadismo es una inercia muy peligrosa, con indiscutible impacto en:
- La salud, asociándose a la aceleración del deterioro mental y físico.
- La sociedad, al aumentar el aislamiento social y los casos de soledad.
- La economía, contribuyendo a la pobreza y la inseguridad económica.
- El amor, con una alta carga de prejuicios.
- El entorno laboral, al aplicar una especie de “obsolescencia programada” como a los electrodomésticos.
La expansiva y absurda práctica de despreciar el conocimiento y la experiencia
Seguramente sea este último ámbito (el laboral) en el que, con la excusa de la disrupción digital, se esté produciendo con mayor impacto este tipo de discriminación.
Los datos, no dejan lugar a duda: la Encuesta de Población Activa (EPA) revela que el desempleo entre los mayores de 50 años supera el millón de personas lo que representa más del 30% del total de parados en España.
La negativa evolución del desempleo en los seniors, contrasta con las cifras de mejora que están registrando otros grupos de edad.
Creo que todos tenemos más de un conocido al que la edad le representa un obstáculo para trabajar o progresar en su empresa.
Además, desde el punto de vista económico ¿tiene lógica desperdiciar de un plumazo la experiencia y conocimiento de personas que han demostrado su valía y compromiso a lo largo de su carrera profesional y que quieren seguir aportando valor?
La respuesta evidentemente es NO, pero no obstante, son muchas las organizaciones que en la práctica, y sin ningún tipo de obstáculo están adoptando.
Un mundo para todas las edades
Evitar la generalización y extensión del edadismo deber ser uno de los grandes objetivos de esta era, en la que la longevidad se ha convertido en un auténtico reto social y económico.
Por ello, tendremos que luchar abiertamente -y sin excusas- contra el edadismo y entenderlo como lo que es, una violación de los derechos humanos, comprometiéndonos y esforzándonos, además, en erradicarlo con contundencia y rapidez, antes de que se convierta en una auténtica plaga discriminatoria.
Erradicarlo precisa de la actuación de “todos”. En primer lugar, las administraciones, estableciendo políticas y leyes útiles que promuevan la eliminación del edadismo contra cualquier grupo de edad (los jóvenes también lo sufren en determinados ámbitos) y fomentando, lo que considero determinante, el contacto intergeneracional para reducir los prejuicios y los estereotipos entre los distintos colectivos.
En segundo lugar, las empresas, promoviendo la fusión de generaciones y aprovechando sus “diferencias”, pero sobre todo, priorizando el talento y el compromiso de sus profesionales, con independencia de género, cultura o edad.
Por último, la sociedad en general sensibilizándose sobre un problema que hay que atacar sin escusas, incluso denunciando y penalizando (por ejemplo, no comprando a las marcas “edadistas”) las prácticas discriminatorias que se identifiquen.
Os animo a registraros en www.vidasilver.com para estar al día en todo lo relacionado con el reto de la longevidad y colaborar en la creación de un mundo para todas las generaciones.
… y en cuarto lugar, el propio senior, que no siempre quiere permanecer activo.
Una diferencia fundamental entre la desigualdad de género y la generacional es que, así como las mujeres quieren «ser iguales» a los hombres, los mayores son en muchos casos los primeros en auto excluirse.
Todo esto, estando de acuerdo en la existencia del edadismo, y la influencia de las otras tres causas.
Mariano muchas gracias por tu participación y comentarios.
Adolfo, gran post, excelente reflexión con la que coincido plenamente. Y por añadir algo, debemos cada uno evitar caer en esa discriminacion que nos aplicamos a nosotros mismos de forma inconsciente, no abordando a veces retos porque somos demasiado mayores.
Buenos días Sr. Ramírez, en un solo post ha sido usted capaz de sintetizar argumentos suficientes para que el que lo lea, comprenda fácilmente el impacto global que tiene percibir a los seniors como ciudadanos pertenecientes al pasado, y no al presente, e incluso al futuro, por la valiosa e insustituible influencia que pueden tener en las nuevas generaciones. me ha encantado, felicidades y gracias
Muchas gracias Joaquín Carlos.
Estamos en contacto.
Un saludo,
Raúl gracias por tu participación en el blog. Como ocurre en muchos ámbitos (tal vez en todos) el reto empieza por nosotros mismos.
¿quieres desbastar a alguien? te basta solo convencerlo que lo que piensa, lo que siente, lo que es, definitivamente no le interesa a nadie.
Hoy, a mi edad, me siento victima de la indiferencia aunque durante mucho tiempo fui descaradamente victimario de aquellos otros… quizás, sumando Inteligencia Empatica desde los peques hacia los adultos , le demos buenos vientos al humano.
Afortunadamente en Linkedin el panorama es distinto.
Gracias.