“Una vida de mediocridad es un desperdicio de vida”
Colleen Hoover
La plaga es la mediocridad y Keim es mi amigo Luis Mateos Keim, quien ha desarrollado la teoría de las plagas, un tema sobre el que tenemos intensos debates.
No es la primera vez que hablamos en este blog sobre la mediocridad, una epidemia a la que, por su imparable desarrollo, deberíamos dedicarle más atención e inteligencia, y qué, muy al contrario, nos estamos acostumbrando a vivir con ella.
Parece como si estuviéramos anestesiados y sin capacidad de reacción, permitiendo líderes y comportamientos mediocres en todos los ámbitos (públicos y privados) y niveles.
Algunas definiciones en el ánimo de concienciar
La Real Academia de la Lengua nos ofrece dos definiciones de mediocridad
- De calidad media.
- De poco mérito, tirando a malo
Una aproximación muy acertada es la que realiza Alain Deneault cuando dice:
“la mediocridad nos anima de todas las maneras posibles a amodorrarnos antes qué a pensar, a ver como inevitable lo que resulta inaceptable y como necesario lo repugnante. ¡Nos convierte en idiotas!»
Respecto a plaga, la RAE la define como: “daño o desgracia que afecta a gran parte de una población y que causa un perjuicio grave”.
Principio de Peter
Como todos conocemos, se trata de una propuesta presentada en los 60 por el profesor canadiense de Educación Laurence J. Peter que afirma que «en una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia».
Pero el mayor impacto en su desarrollo es que en los procesos de gestión empresarial favorecen que, aquellos con niveles medios de competencia asciendan a posiciones de poder, apartando en su camino tanto a los supercompetentes como a los totalmente incompetentes (de esto no estoy tan convencido).
Seguro que se os viene más de un ejemplo a la cabeza, tanto en vuestro entorno profesional como en el ámbito político.
Sin acción contra la plaga
Siendo su identificación bastante sencilla, es preocupante nuestra falta de acción contra la plaga.
Los rasgos de los mediocres:
- Viven en un mundo de negativismo autodestructivo y se han propuesto contaminar la vida de los demás.
- Creen que lo saben todo y consecuentemente abandonan cualquier dinámica de aprendizaje.
- Tienen límites muy marcados, no es de mi responsabilidad … eso no lo lleva mi área.
- Solo se interesan por lo que les conviene, escasamente colaborativos.
- Hablan mal de los demás, jefes, compañeros, subordinados, nadie se escapa de la lengua de una persona mediocre.
- No se involucran en lo que hacen ni en las interacciones que tienen en sus trabajos. Hacen lo justo y necesario.
- En los procesos de cambio, son el prototipo de la “resistencia en la sombra”. Están a favor de todo, pero no cambian nada.
Quizás, en algún momento, las organizaciones se han podido permitir ciertas “bolsas de mediocridad” en sus distintos niveles directivos, pero hoy con la velocidad de los cambios, las exigencias de los clientes y la disrupción de los modelos de negocio, supone un auténtico suicidio.
Drucker nos diría (adaptando una de sus famosas citas): Eso quiere decir que debes ser intolerante con la mediocridad. Y de verdad quiero decir intolerante.
La autenticidad como antídoto con la plaga
En “Esquivar la mediocridad”, Xavier Marcet nos dice que el principal rasgo de la empresa mediocre es su falta de autenticidad … la falta de un liderazgo auténtico.
Un liderazgo que procura el mínimo gap entre su discurso y sus prácticas. Un liderazgo consistente.
Como comenta Xavier, son malos tiempos para la arrogancia. El cementerio de empresas está lleno de compañías que lo hicieron todo perfecto hasta el último día (o eso pensaron), pero se olvidaron de lo más importante: los clientes cambian sin pedir permiso y cada vez tienen más poder … tienen superpoderes.
Dos citas de cierre
- “Teme a la mediocridad”. Jonathan Elery
- “La mediocridad es una decisión personal”. Jorge Wagensberg
¿Estamos, como dice Deneault, amodorrados? ¿Qué os parece?
En mi opinión está plaga de mediocridad, radica en un fallo en la educación de niños y jóvenes,
No se les enseña a disfrutar de las cosas bien hechas, para propia satisfacción sin más, poniendo en ello todas tus capacidades,
Pues, sin querer faltar al respeto a la Real Academia, que admiro, no me parecen definiciones similares:
Si tomásemos la definición de mediocridad como «calidad media», no me preocupa tanto, pues ahí reside la competencia, y la competencia en sí, normalmente tiende a mejorar el producto.
Si tomamos la definición «de poco mérito, tirando a malo» y hablamos de líderes y/o políticos, entonces debemos descubrirlos, a veces no es fácil, y tratar de evitarlos.
Querido Adolfo, este blog tiene muchas virtudes, entre ellas la de ser corto, y asertivo. Me quedo con la plaga de los que representan la “resistencia en la sombra, están a favor de todo, y no cambian nada.» tienen la habilidad de no llegar a ser tóxicos ni conflictivos. Hay que hacer, generar casos y evidencias de cambio constante y como leí en una publicación tuya “ nunca se ha ganado una partida abandonándola” o la mejor jugada es la que se realiza” del alemán Siegbert Tarrasch. Un abrazo
Jesús, muchas gracias por tus comentarios y participación en el blog.