“Para encontrar su propio yo, [una persona] necesita también vivir en un medio en el que la posibilidad de muchos sistemas de valores diferentes esté explícitamente reconocida y honrada. Concretamente, necesita una gran variedad de opciones, de modo que no se confunda sobre la naturaleza de su propia persona”
Christopher Alexander
La personalización e incluso la hiperpersonalización de la que habla la consultora especializada Gartner, se ha convertido en la gran tendencia de la era digital.
Todas las marcas han iniciado (algunas hace tiempo), un proceso irreversible para personalizar la oferta de valor a sus clientes o potenciales clientes.
Sus ventajas, incluso para los usuarios, porque para las marcas son evidentes, nos pueden llevar, más allá del ámbito del consumo, a vivir en una especie de burbuja que vuelve invisible las cosas que en nuestra sociedad son importantes, pero complejas o desagradables, lo cual nos limita el conocimiento y por lo tanto, la capacidad de tomar decisiones objetivas.
Posiblemente nos estén conduciendo a un mundo en el que no estamos muy seguros de querer vivir, pero al que prácticas digitales, en muchos casos éticamente cuestionables, nos llevan rápida e inexorablemente.
Es un buen ejemplo de “elefante en la habitación”, al que hacía referencia en mi post de la semana pasada.
En este punto, he “tirado” de biblioteca y releído “The Filter Bubble” de Eli Pariser. Un libro de hace una década, pero cuyas aportaciones siguen teniendo plena vigencia en el ámbito de la personalización de contenidos y de cómo la red decide lo que leemos, pensamos y compramos.
Tres breves referencias desarrolladas en citada obra, nos sirven para ilustrar y reflexionar sobre la situación que se está produciendo.
Una promesa incumplida
Internet prometía libertad. La web proporcionó transparencia y acceso directo.
Las personas podríamos conectarnos directamente entre sí fuera de las estructuras sociales y empresariales existentes.
Debido a que cualquiera podría (y puede) publicar a bajo costo, Internet ofreció nuevas vías para la autoexpresión, el emprendimiento, el periodismo, la comunicación y en el extremo, la búsqueda de la verdad.
Dado que todos teníamos (y tenemos) el mismo acceso a la información, Internet parecía innatamente justo.
Sin embargo, este “mundo” ha cambiado de maneras profundas e inesperadas. Estos cambios se derivan de las formas en que las empresas recopilan y utilizan la información.
Como dijo Sir Tim Berners-Lee, creador de la World Wide Web, “La Web, como la conocemos se está viendo amenazada … algunos de sus habitantes más exitosos han comenzado a claudicar a estos principios (transparencia y libertad)”.
El giro a la personalización
Como consecuencia, a pesar de que internet ofrece acceso a una fascinante cantidad de fuentes y opciones, en la “burbuja de filtros” que se está asentando perdemos muchas de ellas.
Si bien internet proporciona nuevas oportunidades de crecer y experimentar nuestra identidad, el aspecto económico de la personalización presiona hacia un concepto estático de la persona.
Indiscutiblemente, el aumento de internet a la carta también acarrea ciertas ventajas. Prioridad en la oferta de productos, ahorro de tiempo, acceso rápido a información, aprendizaje personalizado, etc.
Pero lo realmente inquietante de este giro (irreversible) hacia la personalización es que en gran medida es invisible a los usuarios y, en consecuencia, está fuera de nuestro control.
Puede que internet sepa quiénes somos, pero nosotros no sabemos quién cree que somos y cómo utiliza dicha información.
Lo que podemos hacer
La investigadora en redes sociales Danah Boyd tenía razón cuando advirtió del riesgo que corremos de padecer “el equivalente psicológico a la obesidad”. Y si bien crear una dieta informativa saludable requiere la adopción de medidas por parte de las compañías que suministran los “alimentos” (algo deseable), esto no funciona a menos que también cambiemos nuestros hábitos.
No es probable que los vendedores de sirope de maíz cambien sus prácticas hasta que los consumidores demuestren que están buscando otra cosa.
Como continúa desarrollando The Filter Buble, abandonar el camino trillado asusta al principio, pero las experiencias que acumulamos cuando nos cruzamos con nuevas ideas, personas y culturas son de gran alcance … y merece la pena nuestro esfuerzo.
En cualquier caso, la decisión sobre la dimensión de la burbuja, aunque nada sencilla porque nos va obligará a ir contracorriente y romper permanentemente rutinas, siempre será nuestra.
En general la pérdida de tiempo, horas, años, paisajes, momentos, y eventos, etc… es sorprendente. Quizá las redes sociales nos definan como perdedores de tiempo, o lo que es peor como apasionados de ver asiáticos construyendo piscinas naturales con barro; o vídeos de uñas limadas cortando jabones y todo a cámara rápida para no agotar nuestra paciencia de segundos.
Hoy me apasiona ver Beijing’22 pero en verano la Volvo Ocean Race, creo que hoy se hace lo mismo que antes se hacía pasando canales en tv.
Curiosa y seguramente cierta la equivalencia al tema sicológico con la obesidad. En Internet piensan, yo pienso pero es cierto que no sé que piensa internet de mi, hoy; porque mañana quizá piense otra cosa yo e internet.
Gracias Adolfo por compartir.
Jesús muchas gracias tus reflexiones.
Muy interesante
Muchas gracias Andrea.