“Un negocio que no hace otra cosa más que dinero es un negocio pobre”
Henry Ford

(Colaboración de Ángel Bonet – Presidente de UnLtd Spain)

La revolución industrial, que empezó a mediados del siglo XVIII y culminó entre mediados del siglo XIX y principios del XX, transformó nuestra sociedad y empresas como nunca antes se había visto. Este cambió integral del mundo tal y cómo lo conocíamos construyó las bases de la llamada ‘Revolución digital’.

Esta revolución da el pistoletazo de salida al nacimiento de Internet, marcándose en el calendario desde mediados del siglo XX y que culminando en 1983. Así, y al igual que ocurrió en la Revolución Industrial con las empresas industriales, todas las grandes compañías tecnológicas empiezan a transformar sus sectores de actividad, dando lugar a modelos de negocio mucho más eficientes.

Sin embargo, y a pesar de los precedentes que marcó la Revolución Industrial, la velocidad de la Revolución Digital está siendo mucho más rápida, pues las bases de la economía, las infraestructuras y la tecnología son muy superiores, y sin duda la culminación de esta fase será más corta. Es decir, si en la era industrial podemos decir que estuvimos inmersos casi dos siglos, puedo afirmar que la revolución digital actual no tardará en implementarse más de medio siglo, es decir esta revolución acabará antes del año 2033.

Ya para el 2033, se dará lugar a la llamada revolución social. Y es que, si bien durante la historia ha habido muchos movimientos sociales para derrocar gobiernos o instituciones, ahora nos referimos a otro tipo de revolución. Es decir, hablo de un empoderamiento del individuo de tal magnitud que cambiará, o equilibrará según queramos verlo, las fuerzas entre las empresas y gobiernos, frente a los ciudadanos y consumidores.

La Revolución Social y el protagonismo del individuo

Estamos hablando de que, en tan solo un par de décadas, un ciudadano común podrá gestionar su salud, fabricar de los productos que quiere en su casa, llevar a cabo la gestión de su familia y, por supuesto, estar conectado en todo momento con otros para compartir, crear o gestionar sus propias necesidades. Todo ello gracias a la robótica, la impresión en 3D, la bio y nano tecnología y, cómo no, del mundo digital.

Todo ello hará crecer exponencialmente los estándares de exigencia de los ciudadanos frente a instituciones y empresas, para que sus productos y servicios sean eficientes, de calidad, y respetuosos con el medioambiente y la sociedad en general.

Esto se traduce en que todas aquellas empresas que no basen su negocio en pilares sociales y medioambientales, además de los clásicos lucrativos a los que estamos acostumbrados, se verán apartadas del sistema. Esto no implica necesariamente que todas las empresas tengan que contar con un departamento de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) o con una fundación. Hablamos de integrar como una realidad lo social y medioambiental a la estrategia de la empresa, a su identidad corporativa y, en consecuencia, a su relación con el consumidor.

Esta tendencia que ya vemos venir, está siendo aplicada por compañías que están liderando este cambio o conversión. Son corporaciones visionarias que se han adelantado a esta revolución, -como Toms, La Fageda o Tesla entre otras-, y que están sirviendo de referente para el resto, obteniendo ya claros beneficios de esta política estratégica.

Los consejos que siguen a la adaptación digital

Sólo cabe una posible salida, debemos consolidar la transformación digital en las empresas como punta de lanza hacia la revolución social, y empezar a replantear los nuevos modelos de negocio con el fin de entender lo que preocupa a los consumidores del futuro, dando lugar a corporaciones que respondan directamente a esas necesidades.

Por supuesto surgen varias preguntas a raíz de este proceso: ¿cómo puede nuestra empresa contribuir a crear un mundo mejor, más sostenible y equitativo, y adaptar esa estrategia a toda la cadena de valor? ¿Qué harían si les dijera que en apenas veinte años puede desaparecer el Mediterráneo y en consecuencia todo su esplendor ecológico, con el consecuente impacto en el turismo de nuestro país? ¿No se movilizarían como empresarios o como ciudadanos?

Esto ya está sucediendo, y se convierte de esta forma en una realidad tan tangible como la misma Revolución Digital. Estamos destruyendo muchas fuentes de riqueza animal y vegetal en todo el mundo, y o no queremos ser conscientes, o simplemente no vemos cómo va a perjudicarnos. La revolución social comienza hoy, y el camino de esa revolución también. No esperemos, el cambio es hoy.

Ángel Bonet
Presidente UnLtd Spain

Debate propuesto: Ideas personales sobre la reflexión de Ángel Bonet

Compartir

6 comentarios de “Los retos que definen la Revolución Digital

  1. Rodrigo Lopez Barnes dice:

    ¿Cómo puede nuestra empresa contribuir a crear un mundo mejor, más sostenible y equitativo, y adaptar esa estrategia a toda la cadena de valor? Uno de los conceptos sobre los que he leído bastante últimamente es la economía circular:

    http://economiacircular.org/wp/?page_id=62

    Un buen punto sería analizar como la transformación digital puede ayudar a rentabilizar la economía circular, convirtiendo a los departamentos que actualmente trabajan en ello en centros de beneficios en lugar de centros de coste. Aunque a día de hoy empresas como Telefónica están trabajando en economía circular, considero que hasta que este concepto no se consolide como un modelo de negocio rentable, se quedará muy a nuestro pesar en una declaración de intenciones. La transformación digital podría tener la llave de este desbloqueo.

  2. Nestor Gonzalez dice:

    Adolfo y amigos con preocupaciones y ocupacioned digitales,

    Hay dos cuestiones que creo son esenciales y que si bien son provocadas por la evolución tecnológica, son los objetos en sí que deben ocupar la atención.

    Lo primero, El comportamiento individual y social que se crea con nuevos paradigmas tecnológicos.

    Del post rescato esta frase «empezar a replantear los nuevos modelos de negocio con el fin de entender lo que preocupa a los consumidores del futuro»… entiendo su significado aunque me gustaría proponer invertir el orden de la frase «entender lo que preocupa a los consumidores del futuro y replantear así los nuevos modelos de negocio».

    Creo que a este punto tenemos bien avanzado aspectos relacionados con inmediatez, calidad, precio.. el consumidor da por sentado estos elementos… aprovechar la tecnología para insistir allí, aportará si, mejoras y rendimientos, pero no con el mismo impacto que tendría su aplicación para adecuarse a los nuevos esquemas de interacción social, dinámicas del día a día, curiosidad, valores etc.

    Lo segundo. Posibilidad vs Ética. Con la velocidad de aparición, madurez, absorción de posibilidades tecnológicas en todas las ramas de la vida (salud, ambiente, transporte, finanzas, etc.).. .la cuestión no será «que se puede hacer con la tecnología».. sino «hasta donde puedo/debo llegar con la tecnología»… para ser correctos por ejemplo, con el medio ambiente y la sociedad. Por supuesto que el progreso no debe o no puede ser frenado… pero estamos llegando a un punto donde por primera vez tendremos el reto de la «modulación» en pro del «greater good»… Desperdicios, distribución de la población, consumo de recursos naturales, por nombrar algunas, son variables que pueden y serán impactadas con mayor intensidad y velocidad por la tecnología.. la cuestión es: ese impacto será para bien o para mal?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *