“Todos somos muy ignorantes, lo que pasa que no todos ignoramos las mismas cosas”

Albert Einstein

¿Qué significa la expresión?
Seguro que muchos, tal vez todos, habéis oído e incluso utilizado la expresión “un elefante en la habitación”, que se basa en la idea de que sería imposible pasar por alto la presencia de un elefante en una habitación; entonces las personas en la habitación que fingen que el elefante no está ahí, han elegido evitar lidiar con el enorme problema que implica.

Una metáfora que hace referencia a una verdad evidente, que se quiere evitar, ignorar y hacerla pasar desapercibida, con el objeto de no discutir sobre ella.

Una idea que desarrolla Daniel Goleman en su libro “El punto ciego” (psicología del autoengaño), en el que desarrolla un análisis de las diversas formas de autoengaño para protegernos de la ansiedad, el fracaso y el dolor.

Según Goleman, el cerebro humano es capaz de filtrar selectivamente la información que recibe, y de esa manera, disminuye la conciencia de la memoria y las percepciones negativas. Este mecanismo crea un punto ciego que bloquea la atención y disminuye el impacto de las decepciones e incluso, nos impide ver a ese elefante en la habitación.

Algunos ejemplos
Como explican en el rincón de la psicología, este fenómeno también se aprecia a nivel social, sobre todo cuando se trata de un tema tabú, como puede ser la raza, la religión, la homosexualidad, la enfermedad mental o incluso el suicidio. En estos casos, las personas simplemente asumen que es más “educado” evitar el tema.

A un nivel más global, se me vienen varios ejemplos a la cabeza, de temas de los que generalmente se habla, se priorizan por los gobiernos e instituciones, e incluso se hacen ambiciosos planes, pero en la realidad todo se sitúa en el contexto de “tener la conciencia tranquila” y ser políticamente correctos, porque realmente los niveles de ejecución y avances son mínimos.

Los ejemplos, unos más próximos y otros más globales: las pensiones, el precio de la energía, la economía sumergida, comportamiento de los políticos, la longevidad, las deudas de los países, las criptomonedas, la contaminación, la inmigración, el hambre en el mundo, etc. etc. etc., a este paso, lamentablemente vamos a necesitar varios complejos hoteleros para tanto elefante.

Un elefante en la habitación de la transformación
En el marco de las organizaciones y más concretamente en el de la transformación, ámbito que desarrollamos en este blog, el gran elefante en la habitación, al cual nos hemos referido varias veces, es el statu quo.

Es tan evidente, que de no haber utilizado por primera vez la expresión The New York Time en 1959, tendríamos que inventárnosla ahora para explicar lo que ocurre con el statu quo en los procesos de cambio de las empresas e instituciones.

El statu quo se ha convertido en un virus, que está resultando tremendamente combativo contra el cambio y está paralizando y retrasando la transformación de muchas organizaciones. Un virus que muta permanentemente y que tiene una inercia enorme pues es la base sobre la que se ha construido la organización durante años, se ha convertido en un entramado de intereses, modelos y procesos que lucha por su supervivencia y que resulta muy difícil erradicar.

Es el elefante en la organización, que todo el mundo conoce, del que se habla en el café, pero contra el que escasamente se combate.

¿Consecuencias?

  • Escaso impacto de las inversiones
  • Personal desmotivado
  • Líderes cuestionados
  • Clientes insatisfechos
  • Desaprovechar la oportunidad “digital”

Ver y sacar al elefante de la organización
Por muchas vueltas que demos alrededor de este “elefante”, solo hay un forma de sacarlo de la organización: con un liderazgo valiente, que adopte y ejecute las decisiones que exige la competitividad de un mercado en continuo cambio y en el que los sistemas organizativos, modelos de gestión y algunos (muchos en algunos sectores) perfiles de éxito en épocas anteriores, hoy se han quedado obsoletos y tienen escasa cabida en los tiempos actuales.

Cuanto más tiempo tengamos al elefante en la habitación, más se alejará la oportunidad de mejorar la experiencia de los clientes, optimizar la eficiencia y atraer al talento. En definitiva, estaremos más lejos de obtener mejores y más sostenibles resultados.

¿Te animas a comentar algún caso de “un elefante en la habitación”?

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12 comentarios de “Un elefante en la organización

  1. Francisco José Ruiz Martínez dice:

    Hola Adolfo. Gracias por este post afilado, como siempre.
    Siguiendo con tu metáfora del status quo como elefante y partiendo de cómo lo has definido («la base sobre la que se ha construido la organización durante años, (…) entramado de intereses, modelos y procesos», se me viene a la cabeza la idea de que ese elefante pueda estar sosteniendo la habitación (o alguna parte estructural de ella). ¿Hay que sacarlo necesariamente aún a riesgo de derrumbe? ¿Reconocer la utilidad de alguno de esos entramados, modelos o procesos es ya sacar el elefante de la habitación?
    ¿Es este pensamiento un elefante en mi concepto de organización?
    Como ves, más preguntas que respuestas. Eso es bueno.
    Un abrazo.

    • Adolfo Ramirez dice:

      Francisco, gracias por participar en el blog. La clave, como indicas el reto está en saber cuales son los procesos y las estructuras que siguen aportando valor y son válidos para esta nueva era.

  2. Ignacio Babé dice:

    Mi admirado profesor y mentor el Dr. Juran ya hablaba de los problemas de una organización como un elefante. Pero él advertía que nadie es capaz de comerse un elefante de un solo bocado. Ni Carpanta. Su formula era «bocado a bocado». Seamos ambiciosos y comámonos al elefante, pero seamos realistas y hagámoslo dando sucesivos bocados al elefante, que quepan en la boca, que podamos masticar y que no se nos indigesten. Siempre me gustó la sencillez y claridad de sus exposiciones así que aprovecho para hacerle un pequeño y discreto homenaje y ofrecerte a ti, Adolfo, una fórmula magistral para comerte un elefante, bocado a bocado.

    • Adolfo Ramirez dice:

      Ignacio, gracias por participar en el blog y por tus reflexiones y referencia al excepcional Dr. Juran del que todos hemos aprendido. Me apunto al “bocado a bocado”, pero para dar el primero hay que ver al elefante … y algunos (tal vez demasiados) no lo quieren ver.

  3. Gustavo Jassin Faljinhoff dice:

    Interesante tópic.
    Creo que hay una clave , es el factor «la impugnación y rebeldía hasta que mi vecino o competencia mueva pieza primero» .
    Hace unos 30 años, el dueño de una gran empresa de diseño y venta de de mobiliario, me llamó a través de un amigo para ver que ventaja le daba tener todo informatizado. Por entonces, era usual que las empresas usaran el sistema As400 de IBM. El asunto es que había una equivocación, yo soy arquitecto, pero, sí, especializado en técnicas digitales interactivas . Bastante seguido me invitaban charlas sobre innovación tecnológica en arquitectura y construcción.

    A todo esto, el hombre, organizó una reunión con sus principales colaboradores, a los que sumó representantes de la Administración.
    Yo fui muy concreto y le planteé que todo era tan simple como sumar y restar, fuera una escoba, o un super ordenador Craig.El mencionaba que su objetivo era ganar mas dinero en el menor plazo posible y al menor costo. Le faltó agregar el factor legal, porque para el caso, lo mas rápido y con tan solo el costo de una pistola, podía asaltar un banco, pero el factor de riesgo era muy alto y aburrido.
    En determinado momento, queriendo demostrar que la tecnología era captar tontos para mantenerlos comprando «actualización constante», dijo algo que nunca olvidé: Si siempre gané dinero con el dedo en la nariz, porqué me lo voy a quitar, a quien no le guste, que no me mire. Habló de las huellas en sus manos de cuando trabajaba en el campo y de cómo se hizo a sí mismo sin necesidad de aparatejos raros.

    Lo que no entendía , era para que me había convocado. Resultó que yo había publicado un libro sobre CAD y quería utilizarme como fusible. «Usted y su tecnología lo hará un esclavo de sillón y pantalla».
    La verdad, ese estilo prepotente tipo Jesús Gil, ya me estaba molestando.
    Fue entonces que me acordé de un seminario que impartió un respetadísimo experto en arte, Jorge Romero Brest quien habló de la «impugnación y rebeldía en el arte» y del cuidado y alerta que podía representar el silencio ante la obra. Con lo cual, lo que entendí fue que este hombre tenía miedo a la «tendencia» .Le recomendé que siguiera con los viejos PC XT/AT y que no se complicara la vida.
    Fue entonces que me preguntó si yo estaba al tanto de empresas similares que estuvieran muy «tecnificadas», como yo estaba algo caliente por sentirme , digamos, «utilizado», le respondí que «casi todas» y automáticamente soltó un » y porqué me deja afuera?!!!»
    Y le contesté que no le iba servir de mucho echar tacos a las máquinas cuando los números no dieran buenos resultados.
    A todo esto, me había acompañado un amigo ingeniero de IBM porque intuí por los datos de quien me llevó que algo así iba a suceder en cuanto a «impugnación y rebeldía».
    Cuando ya la reunión estaba culminando, preguntó quien era la persona que me acompañaba y se lo presenté, como uno de los mas destacados analistas de IBM.
    Le espetó: «si tiene ahora un momento, quiero hablar con usted!»
    Esta escena, fue una de las primeras entre decenas que me tocó vivir en la transición de plumillas a plotter , con muchísimas impugnaciones en estudios, empresas, colegios.
    Creo que el «elefante» son las 4 gordas patas que retienen el «mas vale conocido que bueno por conocer», bajo el manto del conformismo ,salvo que el vecino lo haga pasar de largo y la envidia abra la puerta a la innovación.
    Ya que me fui de chapa, quiero agregar que «elefante» es el jubilado americano que va a pasar su último ciclo a Miami. Si uno pregunta por un crucero a Nassau , no es raro que respondan con un» son cruceros de elefantes». Para no pocos, los veteranos representamos una ortodoxia inútil, tal como si se dijera que la música de Los Beatles o Pink Floyd, es cosa de viejos…porque ser moderno y útil, es reventarse los oídos con el trap…claro que me deja una duda…Será que es útil y aporta arte, porque la impugno? SIC.

  4. Fernando Gómez de Calatrava dice:

    Hola Adolfo, como siempre muy interesante tu post.
    Creo que al hablar de elefantes en la habitación, todos tendremos que aceptar que debido a nuestros sesgos personales (creo que inevitables), muchas veces vemos los elefantes de otros pero no TODOS los elefantes.
    De mis tiempos en multinacionales, he estado reflexionando para contestar a tu pregunta y recuerdo uno recurrente: «Directrices Corporativas» enviadas desde los HQ, que todos sabíamos que NO eran aplicables al contexto y realidad del mercado español, pero que todos aceptábamos y asumíamos que debíamos poner cómo objetivos a toda la organización, aunque luego íbamos a ser laxos en su seguimiento/exigencia/cumplimiento.
    Un abrazo.

  5. Jose Acosta Bedoya dice:

    Quisiera aprovechar el artículo para decir que es la radiografía actual de las entidades deportivas tanto públicas como privadas y destaco puntualmente los clubes deportivos como la entidad aue los asocia.
    Modelos anacrónicos que requieren urgentemente una transformación.

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